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Si en la I Edición de la Fira de l'Esclatassang i la Muntanya celebrada hace ahora un año a media mañana resultaba imposible encontrar una sola seta a la venta, en la segunda edición de este evento, celebrada este fin de semana, los puestos, bares y restaurantes aumentaron las previsiones y los níscalos torrados fueron desayuno, comida y merienda ideal para los miles de visitantes que paseraron por este pequeño pueblo de montaña.

Como ya hiciera el año pasado, Mancor se vistió de gala para recibir a miles de visitantes en una feria de reciente creación, nacida del mismo espíritu de la vecina feria de Caimari, el de mostrar las tradiciones más arraigadas en el municipio. Para ello, los mancorins empeñan su tiempo y crean verdaderas maravillas en las principales calles del pueblo, incluida en esta edición, una montaña repleta de cabras.

La organizadora del evento, la asociación Arrells de la Vall, no escatima recursos y aunque ayer volvieron a producirse inmensos atascos en los accesos al pueblo hay que decir a favor de la organización que el aparcamiento, salvo excepciones, no llegó a resultar imposible, ya que se habilitaron dos grandes fincas con cabida para más de 8.000 vehículos, todo para facilitar la jornada.