La mayor concentración de visitas se registró en el claustro, aunque sin aglomeraciones.

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Hace 22 años que nació la Fira de Artesanía de Pollença, especializando así una muestra mucho más amplia que quedaba totalmente diferenciada de las tradicionales ferias de otoño de otros municipios. Se dice que la de Pollença fue una feria artesana casi pionera, anterior incluso a Baleart, y quizás es por eso por lo que aún hoy los mejores artesanos de las Islas se empeñan en mostrar sus productos en este ámbito.

Lejos de otros certámenes en los que vemos a los mismos artesanos domingo a domingo viajando de Fira en Fira, en el claustro de Sant Domingo de Pollença se pueden encontrar todavía hoy productos que no se expondrán de nuevo hasta el próximo año. Así, la calidad de los productos que se muestran, unida a un ambiente excepcional, en esta ocasión mejorado con una nueva campaña de imagen, hacen de la tradicional feria de Pollença un lugar obligado de visita.

Así lo entienden los miles de visitantes que ayer pasearon por las principales calles del municipio, con visita obligada al claustro y a los mejores restaurantes del municipio que por cierto, gozan también de buena fama.

La nueva imagen de la feria creada en blanco y negro entorno a la figura geométrica de un cubo, dio buen resultado y transformó toda la zona de exposiciones del claustro en un centro de exposiciones con aire de museo al que no nos tienen acostumbrados otras ferias de la Part Forana mucho más comerciales. Este espíritu cultural y artesano está muy anclado entre los pollencins que han sabido transmitir también a través de su Fira esa manera especial que tienen para entender, la tradición, la cultura y todo lo artesanal.

Hasta Pollença se desplazó ayer un nutrido grupo de autoridades, autonómicas e insulares, entre ellas, Francesc Fiol, Jaume Font y Antoni Serra, que junto a la comitiva municipal encabezada por el alcalde recorrieron las diferentes zonas de exposiciones.