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MARTA MEDRANO
Joan Francesc Caldés, que podría ser beatificado por Benedicto XVI, sólo vivió en sa Pobla hasta los 16 años, cuando ingresó como novicio en la celda de Ternelles. Quizás por ello su figura es poco conocida en su pueblo. Una tendencia que el rector, Joan Pons, se ha propuesto invertir. Su próximo reto es publicar antes de día 22 de diciembre, fecha en que nació Caldés, una biografía divulgativa en la que lleva trabajando meses.

«Caldés, como Santa Teresa o Santo Tomàs, vivió la persecución de la propia Iglesia. En 1900, el Obispo les obligó a él y a otros cuatro ermitaños a abandonar la celda de Ternelles. Es un episodio un tanto oscuro», explica Pons, que sostiene que el Obispo quería convertirlos en terciarios sin éxito.

Caldés vivió y murió, pues, como franciscano. Estuvo en Ternelles hasta los 30 años. Allí rezaba, ayunaba tres días por semana y vivía austeramente junto con otros ermitaños, entre ellos León Borràs, de Santa Maria, que también podría ser canonizado. La figura de León, a diferencia de la de Caldés, no cuenta con un biógrafo en Mallorca y es, por ello, todavía más desconocida.