Las imágenes del ayer nos muestran un Port de Andratx con su primera línea limpia de alturas y sus colinas sin construcciones que las escalen, una vista privilegiada que se podía contemplar desde la caseta del farero, imposible en la actualidad por la proliferación de chalets que entorpecen la visión del núcleo costero. Paseando por las fachadas del puerto, en la lejana década de los cincuenta, sólo el hotel Brismar destaca tímidamente junto al ahora desaparecido convento de las monjas y el grupo de pequeñas casas que perfilaban una línea blanca junto al mar.
También Camp de Mar ha visto modificadas sus estampas, aquellas de los años cuarenta donde desde s'Illeta se contemplaba una playa sin masificaciones y con sólo el hotel Gran d'es Camp de Mar y el hotel Villareal despuntando entre los árboles, acompañados por unas casetas de pescadores, un solitario molino y pequeñas embarcaciones desperdigadas por la arena o amarradas en un frágil muelle de madera, que no soportó el paso del tiempo. Ya entrados los sesenta Camp de Mar empieza a tomar forma como uno los núcleos turísticos más importantes del municipio y a partir de ahí ya nada volvió a ser lo mismo.
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