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V. MALAGÓN/MICHELS El mercadillo de Son Ferrer, en Calvià, arrancó ayer viernes con numerosos incidentes y momentos de tensión provocados por la falta de organización municipal, que provocó diversos problemas en la distribución de los puestos entre los distintos vendedores.

Cuando a primera hora de la mañana los comerciantes fueron a instalar sus puestos se encontraron con que no se respetó la ubicación habitual.
Así, los más veteranos se encontraron con que los puestos que ocupan habitualmente habían sido ocupados por otros comerciantes. Normalmente, el Ajuntament envía a un funcionario que es el encargado de vigilar la puesta en marcha de los puestos.

Ayer, según los comerciantes, uno de los empleados municipales llegó a espetarles en distintas ocasiones que se las apañaran «por su cuenta». El desorden desembocó en varios momentos de tensión entre los comerciantes y los empleados del Ajuntament de Calvià.

La situación terminó finalmente volviendo a su cauce sin pasar a mayores y en torno a las once de la mañana se instalaron la mayor parte de los puestos de Son Ferrer, aunque alguno de los vendedores decidió finalmente no instalarse en esta ocasión.

Los comerciantes muestran su preocupación por la falta de una regulación municipal clara.
De esta forma, demandan que los puestos queden bien delimitados y que se respete la antigüedad y los puestos que algunos de ellos llevan ocupando durante años.

En este sentido, los comerciantes destacan la importancia de tener siempre el mismo puesto y la pérdida de clientes que implica perderlo.
Además, temen que el próximo viernes se repita la misma situación, cuando se vuelvan a tener que instalar los puestos para el mercadillo que se celebra todas las semanas. La polémica está servida.