«No es la situación que más nos gusta pero es la única posible». Ésta es la frase que resume la historia de una rendición que acaba de ver la luz. Tras siete años de lucha, de pleitos, de tensas negociaciones para conseguir el soterramiento de las líneas eléctricas, el Ajuntament de Capdepera ha decidido tirar la toalla, dar marcha atrás y permitir a la empresa GESA hacer la subestación eléctrica con el cableado aéreo.
Así lo anunció ayer el equipo de gobierno (PSOE, UCAP-UM, EU-Els Verds y PSM-Entesa) en una rueda de prensa a la que asistieron todos sus miembros, con un talante serio, para comunicar que se solucionaba definitivamente la falta de potencia eléctrica que padece el municipio desde hace muchos años. Así se daba por cerrada cualquier otra posible negociación con la empresa energética para soterrar las líneas.
Según las Normas Subsidiarias, las líneas deben ir soterradas pero GESA, con sentencias a su favor, no estaba obligada a asumir el sobrecoste del soterramiento que era de 2,5 a 3 millones de euros. Tras muchas reuniones, el anterior equipo de gobierno (PP-Es Grup), con el apoyo del resto de partidos, había adoptado la solución de crear una empresa pública que avanzara este dinero y que luego se cargara a los usuarios en el recibo de forma proporcional al consumo.
El alcalde, Bartomeu Alzina, justificó esta renuncia en el hecho de que habían buscado financiamiento supramunicipal para soterrar las líneas sin ningún resultado. «Hemos agotado todas las vías posibles, hemos hecho peticiones al president, a la Conselleria de Medi Ambient, a la de Indústria, sin resultado. La inversión que tenía que hacer el Ajuntament para el soterramiento hipotecaba cualquier inversión de futuro».
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