La noche de sábado al domingo, pese a acortar una hora, fue larga en Porreres. Los quintos del 1990 tuvieron tiempo de pintar muchas de las calles del pueblo, y tirar harina en la plaza y las puertas y ventanas del Ajuntament.
Despertó medio pueblo con pintadas en las calles y harina por todas partes, como si de una nevada se tratará. Papel en todos los árboles de la plaza y por los balcones del Ajuntament. Así como huevos en la fachada del edifico consistorial.
Los quintos en otros municipios suelen realizar sus fechorías en el día de los inocentes, y en Porreres la tradición señala que los quintos participan de la fiesta del pancaritat de Monti-sion, pero este año, después de una larga noche tan sólo fueron dos las quintas valientes que aguantaron. Pese a la espectacularidad de las pintadas, fuentes municipales señalaron que no se produjeron grandes destrozos al mobiliario urbano o a las zonas con jardines de la localidad. Pese a ello, algunos vecinos señalaban que los actos no pueden quedar impunes, y «ahora lo tendrían que limpiar ellos», señalaba un vecino de la localidad.
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