La cita con los medios informativos tuvo lugar ayer en uno de los accesos a la extensa zona de garriga que ocupa buena parte de las 65 hectáreas de las fincas de Son Baco y Es Pi que se convertirían en campo de 18 hoyos, sede social, casa de vigilantes, hotel y apartamentos -328 nuevas plazas turísticas-, cafetería, piscina y pistas de tenis. «Queremos que el pueblo siga siendo Campos de Puerto, no que se convierta en Campos de Golf», señaló un ambientalista campaner del GOB.
Los ecologistas afirman que con el expediente de caducidad del interés general del campo de Son Baco, la presidenta del Consell cumpliría su promesa textual de «elaborar un plan sectorial que impedirá instalaciones de golf en Mallorca que incluyan crecimientos residenciales y turísticos, y con ese mismo criterio revisaremos los expedientes pendientes en la actualidad».
Para el GOB también es necesario que el nuevo conseller de Turisme del Govern, Miquel Nadal, deje de dar su apoyo a la oferta turística complementaria que lleva consigo Son Baco, «porque va en contra de los compromisos de preservación del territorio mallorquín asumidos por los partidos políticos que integran el Ejecutivo autonómico».
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