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M.BONNÍN/J.SOCIES El plan de carreteras presentado recientemente por el Consell de Mallorca incluye retomar parte del proyecto de la autopista Llevant-Migjorn (de Palma a Manacor pasando por Llucmajor, Campos y Felanitx) construyendo el tramo Llucmajor-Campos.

Hace diez años, este proyecto fue un factor clave para que el Partido Popular perdiese las elecciones de 1999. Entonces, la movilización ciudadana consiguió que el rechazo a nuevas autopistas fuese mayor que nunca. Aun así, ésta «fue una victoria tan sólo parcial», apunta Jaume Lladó, el entonces portavoz de la plataforma antiautopista de Campos, ya que al volver Matas al poder en 2003 se construyó el tramo hasta Llucmajor.

Las consecuencias para el territorio se hicieron notar en breve: «Preveíamos muchos efectos nefastos, pero el más grave no fue previsto: el boom inmobiliario incontrolado que ha sufrido Campos y que ha hecho que el pueblo pierda su carácter».

«Sus argumentos eran la velocidad y la seguridad», explica Joan Mestre, antiautopista de Felanitx. «Pero nosotros teníamos otros, que eran la protección del territorio y el fomento del transporte público».

La movilización ciudadana «unió a gente, desconocida por una misma causa», explica Margalida Barceló, de la plataforma de Porreres. Se trataba de comerciantes, payeses, grupos ecologistas y activistas en general.

El colectivo felanitxer Fora Son se encargó de los actos más alternativos. «Lo que hacíamos era fresco, improvisado», apunta Toni Bauçà, y contó con conciertos y diversos actos de protesta.

La llegada del Pacte de Progrés al poder se consideró entonces una pequeña victoria. Una década más tarde, el triunfo se ha transformado en desconfianza: «El proyecto está hecho, vivo y listo para ser retomado», apunta Bauçà. «No me extrañaría que el PSOE se plantease seguir con la autopista», añade Barceló. Una semana más tarde de estas palabras, el Consell presentó su plan de carreteras.