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«Cada familia del pueblo sin excepción lloró la desaparición de un pariente o un amigo», explicó ayer el estudioso Jaume Miró durante la charla abierta que organizó el Ajuntament para dar a conocer cómo vivieron los serverins el transcurso de la Guerra Civil y el principio de la dictadura.

Fue precisamente ayer, más de setenta años después de aquellos hechos que acabaron con la vida de al menos cincuenta y seis personas de Son Servera, que por primera vez su Ajuntament dio «el apoyo y el reconocimiento que en un estado democrático se merecen», declaró el alcalde Josep Barrientos.

Ayer los sobrinos, los hijos, los nietos, los amigos y los vecinos de aquellas cincuenta y seis víctimas de la represión y la guerra subieron al cementerio para descubrir el monumento que el artista Carlos Valverde ha realizado para recordar «a todas las personas de Son Servera que murieron en manos del fascismo». En la inscripcion se puede leer, además, «que su recuerdo sea el símbolo vivo de la paz, la democracia y que este lugar sea un homenaje perpetuo a su memoria». De esta forma, el reconocimiento institucional ya no es una asignatura pendiente para Son Servera. En el homenaje no asistió ningún representante del Partido Popular pero aun así, el Ajuntament de Son Servera, legitimado como órgano de representación democrática, se reconoció heredero de los que murieron en defensa de la libertad.