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Con el Ajuntament de Calvià blindado de policías, ayer el equipo de gobierno `popular' que preside Carlos Delgado aprobó la privatización del servicio de suministro de agua potable por un periodo de 50 años. El Consistorio convocó el pleno a las 8 de la mañana, una hora insólita, pero eso no evitó que un buen número de operarios de 'Calvià 2000' acudieran a la sesión y expresaran su malestar. La única intervención del alcalde fue para desalojar a los trabajadores justo después de aprobar la privatización.

El PP se quedó sólo en la propuesta, que tuvo una respuesta contundente de UM y PSOE. Isidre Cañellas insistió en que la privatización no está justificada. «Lo único que se persigue vendiendo la joya de la corona de 'Calvià 2000' es hacer caja para 2010, el último año que estará como alcalde, para sus historias y caprichos», argumentó Cañellas. «Hipotecará al Ajuntament por 50 años, dos generaciones de calvianers. Es una vergüenza».

La aportación inicial de la concesionaria será de 15 millones en 2010; 2'5 millones del segundo al cuarto año y 1 a partir del quinto. Antoni Manchado, portavoz del PSOE, calculó que en total serán 150 millones los que ingrese el Ajuntament por la privatización. «No hay razón para vender el servicio más rentable para pagar asesores, coches o dinamizadores», dijo y criticó, como Cañellas, que el pliego de condiciones «es favorable al licitador». Manchado reiteró que con los 15 millones iniciales se pretende pagar la «campaña electoral» del PP.

Teresa Martorell, teniente de alcalde de Hacienda, indicó que no se trataba de una privatización. 'Calvià 2000', dijo, debe al Ajuntament 20 millones de euros. «Es la única forma de sanear las cuentas del Ajuntament», dijo. «La empresa pública no va a quebrar», aseguró.

El alcalde avisó en varias ocasiones con desalojar la sala. Su intervención se limitó a acusar a los trabajadores de no querer negociar y pretender ser funcionarios sin oposiciones. La respuesta fue un abucheo y Delgado echó a los trabajadores, que se manifestaron en el Ajuntament después del trabajo escoltados por una veintena de policías y apoyados por Manchado y María José Rodríguez.