El entorno privilegiado de Cala Varques sirve de aliciente a los visitantes que desean conocerla. | Joan Sitges

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Algunas calas del municipio de Manacor muestran su peor imagen en plena temporada turística. Las idílicas playas vírgenes, supuestamente alejadas de la masificación, presentan estampas que no les son propias: acampadas ilegales, chiringuitos con refrescos y bocadillos, cuevas protegidas habitadas...

Los más de seis kilómetros cuadrados de costa manacorina declarados Àrea Natural de Especial Interés (ANEI) comprenden rincones de una belleza extrema pero su aislamiento a menudo los convierte en un territorio sin ley.

Cala Varques

El ejemplo perfecto de playa virgen abandonada por las administraciones es Cala Varques. Aunque este año la playa cuenta con un vigilante durante las horas de más afluencia de público, Cala Varques continúa en una situación preocupante. «Ni la Guardia Civil ni la Demarcación de Costas, de que depende la playa, no se ocupan de la franja litoral virgen de Manacor», explicó el concejal de Turismo de Manacor, Joan Gomila.

El ejemplo más evidente de esta dejadez administrativa es la ocupación desde el pasado mes de mayo de la cueva situada en zona ANEI y declarada Lugar de Interés Comunitario. La Guardia Civil, por iniciativa propia, mediante una denuncia o por petición de los agentes del Servicio de Protección Natural (SEPRONA), debería haber desalojado el espacio para garantizar su protección y uso público.

Así, además de la dejadez administrativa, uno de los problemas de las calas vírgenes de Manacor y de Cala Varques en particular «es su protección», señaló el portavoz del GOB, Toni Muñoz. Según la entidad ecologista «la protección de las calas vírgenes de Manacor es únicamente urbanística pero no se habla de qué usos son aceptables y cuáles no lo son en este espacio protegido», añadió Muñoz.

El GOB advierte

De hecho en el camino público que conduce hasta el mar, propiedad del Ajuntament de Manacor, los coches se cuentan a centenares. No hay ningún espacio de aparcamiento habilitado y por eso desde el Ayuntamiento «estamos pendientes de una reunión con el propietario de la finca donde se encuentra la cala para habilitar un espacio que sirva de parking», explicó el concejal de Turismo, Joan Gomila.

Pero desgraciadamente los problemas de aparcamiento no son los únicos en Cala Varques. Los vendedores de refrescos y bocadillos hacen su agosto en la playa y el pinar está repleto de tiendas de campaña. Unos elementos que no son propios de una cala natural y protegida pero que la dejadez de las administraciones hacen posible.