La lluvia ha caído con fuerza a primera hora de la mañana en Inca. | Jaume Morey

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Sí que llovió, pero a mediodía cesó, se abrieron algunos claros y el Dijous Bo se reanimó y exhibió su mejor rostro, con las calles a rebosar de gente: la ‘fira de fires' ganó el pulso a la lluvia.

A las diez de la mañana, la hora a que se había citado a las autoridades para la tradicional volteta, el centro de Inca casi daba pena. Había poquísima gente en la calle y casi todos con paraguas. La lluvia lo mojaba todo. Las autoridades se refugiaron en el interior del Ajuntament y la salida de la comitiva se demoró casi media hora. Pero finalmente salieron. Además del alcalde de Inca, Rafael Torres, y el resto de regidores de la Corporación, estaban la presidenta del Parlament, Margalida Duran; la delegada del Gobierno, Teresa Palmer; y media docena de alcaldes de pueblos cercanos. Como se anunció, ni el president Bauzá ni la presidenta Salom acudieron a la feria.

La máxima dirigente del Consell ya había visitado la feria el miércoles y Bauzá (de viaje en California) delegó en Antonio Gómez, el vicepresidente del Govern. En comitiva, junto a otros diputados y autoridades de Balears, se dirigieron al mercado cubierto para almorzar.

Hay que mencionar que ni Més ni el PSOE siguieron la comitiva oficial, sino que hicieron su volteta por separado. Del capítulo político hay que poner en relieve la llamativa ausencia de Pere Rotger, alcalde de Inca durante 15 años y ahora imputado en un presunto caso de corrupción.


Oferta y productos


Al cesar la lluvia, sobre mediodía, el gentío fue apoderándose de la calle y los paraguas desaparecieron. Más allá de los lamentos por la meteorología, los visitantes valoraron positivamente la distribución de la feria y la oferta de productos. De la fruta de temporada puede destacarse que el quilo de caquis costaba 1,50 euros, el de manzanas de Orient iba a 2 euros, las clementinas a entre 1 y 2 euros, y los esclata-sangs (forasteros) a 7. Sin embargo, una visitante echó en falta un puesto de venta de bellotas (aglans), otro producto de otoño.

La maquinaria agrícola se ubicó en la Gran Via Colom, la automoción en la avenida de los Reis Catòlics, el centro histórico se reservó al mercado pagès y la plaza del Bestiar a los animales. Igual que el año pasado. Respeto a ventas, los comerciantes se mostraron en general escépticos, pero la mayoría de los consultados por este periódico valoraron positivamente que habían cerrado algunos tratos. «El Dijous Bo no es una feria para vender, sino para mostrar. Luego la gente viene a la tienda», omentaba un vendedor de maquinaria agrícola.

Cifras

La Policía Local cifró en cerca de 80.000 el número de visitantes al Dijous Bo. Eso es unos 20.000 menos que en 2012. Por la mañana, no se registraron aglomeraciones, y las esporádicas que se dieron por la tarde resultaron soportables. Mucha gente de Palma y de otros pueblos se desplazaron a Inca en tren, pero el aparcamiento para coches habilitado en la carretera vieja hasta Alcúdia se llenó igualmente.


Cuanto a incidentes, cabe destacar la detención de ocho carteristas que debieron permanecer en los calabozos del cuartel de la Guardia Civil hasta acabar la feria, según explicó el alcalde. También se puede mencionar que el hospital de campaña efectuó una decena de servicios a jóvenes embriagados. El Ajuntament desconocía si hubo que retirar alguna parada que no cumpliera con los requisitos administrativos.