La carretera de Caimari al Coll de sa Batalla «parecía Es Born», comentaba un ciclista aficionado que subió a Es Guix a almorzar. | Pere Castelló - Antoni Pol

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Escorca habrá hecho este fin de semana su particular agosto. La curiosidad de los mallorquines por ver y tocar la nieve hizo que miles de personas se desplazaran el sábado a Escorca, en el corazón de la Serra de Tramuntana, pese a que el Govern había decretado el cierre de todas las carreteras (a los no residentes) de acceso al municipio con tal de evitar embotellamientos y garantizar la seguridad de las personas. Los restauradores, que a primera hora de la mañana temían que muy poca gente subiría a la Serra, vieron al fin como sus locales se llenaban.

Hacia las 15 horas de la tarde, el Govern abrió las carreteras de Caimari al Coll de sa Batalla y de Pollença a Lluc al tráfico, pero la de Sóller seguía cerrada. Entonces, en las dos vías abiertas, se formaron embotellamientos y «se comenzó a circular en caravana», informó Antoni Solivellas, alcalde de Escorca.

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La hospedería del santuario de Lluc casi colgó el cartel de completo. Un empleado explicó que pese al cierre se autorizó la subida en coche de las familias que tenían una reserva hecha. «No hemos llenado pero casi», aseguró.

Los embotellamientos se formaron igualmente en otros puntos de acceso a la Serra. Por ejemplo, en el Castell d’Alaró y Orient, cuyas carreteras se tuvieron que cerrar durante unas horas debido a la excesiva afluencia de visitantes.