Una vez más las tropas de la milicia sollerica se impusieron a los corsarios aunque no sin esfuerzo, después de que estos consiguieran llegar a la plaza y perpetraran el saqueo de la iglesia con la ejecución de varios pagesos . | Pere Bota

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Miles de personas han acudido este lunes a Sóller un año más con motivo del día del Firó, la multitudinaria y sentida recreación histórica de los hechos del 11 de mayo del 1561, cuando los sollerics se enfrentaron y lograron vencer a los corsarios argelinos que inva- dieron el Valle de los naranjos con la intención de saquear sus bienes y de cautivar o matar a sus propietarios.

En esta celebración hay que destacar algunas novedades, como la participación de nuevos personajes encarnando a los principales protagonistas de aquellos hechos y también las dificultades burocráticas por motivos de seguridad que ha tenido que afrontar la organización, literalmente hasta el último momento de la fiesta. En este sentido resalta sobre todo la «sorpresa» que se llevó el Ajuntament al enterarse de que la Intervención de Armas de la Guardia Civil había inmovilizado en el polvorín de Montuïri una importante cantidad de pólvora destinada a la fiesta. Desde el Ajuntament se aseguraba a media mañana que la tramitación del permiso de transporte de este explosivo destinado a las armas de avancarga había seguido el mismo procedimiento que se realiza cada año siguiendo un estricto protocolo.

Por lo demás, el programa se desarrolló con el máximo orden y sensación de seguridad con un gran dispositivo de Policía Local, Guardia Civil, Protección Civil y seguridad privada todavía superior al del año precedente.

Eran poco más de las tres de la tarde cuando el Capità Joan Angelats, comandante de la milicia sollerica, arengaba sus tropas desde el balcón del Ajuntament. Este año había cierta expectación, ya que el papel de Capità Angelats recaía por primera vez en Guillem Coll Plaza, aunque su arenga resultó impecable y tan enfervecedora como la de su predecesor. Angelats tomó juramento a sus capitanes de Alaró (Marc Martínez), Santa Maria (Pep Toni Martínez) y Bunyola (Tomeu Coll) y a su lugarteniente Sargent Soler (Joan Far), con el beneplácito del virrey, Guillem de Rocafull (Joan Jaume Marquès), y al grito de «a la lluita sollerics!» la tropa se dirigió al Port para enfrentarse a las hordas de Elutx Alí (también llamado Ochialí) que este año también estrenaba intérprete en la persona de Hipólito Bautista.

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La primera batalla, en la playa del Port, tendría lugar poco después, sobre las 17.00 horas. Allí los sollerics lograron repeler el desembarco corsario, lo que conseguirían una hora más tarde en la playa d’en Repic. El público siguió con interés las espectaculares luchas cuerpo a cuerpo, entre humo, disparos y espadazos.

La siguiente escaramuza llegaría sobre las 19.15 en el Pont d’en Barona donde Angelats y Ulutx se enfrentaban de nuevo.

La gran batalla final llegaba a partir de las a las ocho y media cuando las tropas corsarias que se encontraban saqueando la plaza y la iglesia de Sant Bartomeu fueron sorprendidas y vencidas por los hombres de Angelats replegados y dispuestos a todo. Momentos antes el saqueo corsario se escenificaba con gran realismo ante los numerosos espectadores que llenaban los espacios de la plaza delimitados a tal efecto, una vorágine efímera ya que Angelats y los suyos conseguían poco después, no sin gran esfuerzo, la victoria final.

El momento más emotivo llegaba ya al anochecer con la proclamación de la victoria por parte de Angelats junto a las Valentes Dones y a sus lugartenientes. El canto de la Balanguera retronaba en la plaza Constitució como punto final de un simulacro que remataba la procesión de la Victoria con la imagen de virgen salvada un año más de la barbarie.