Esta decisión les llevó a mandar construir casas para veranear con periodos más largos en esta zona, cuando el fenómeno del turismo era aun tan incipiente que nada hacía presagiar lo que estaba por venir. Justo tocando con los parajes idílicos de Son Bauló, cerca del actual parque natural de Son Real, que años antes había acogido la vida contemplativa e integrada en la naturaleza de Jeroni Fuster en Picafort, un personaje de leyenda del cual hablamos con más profundidad en este otro artículo, se sembró la semilla del desarrollo de esta zona del litoral de Mallorca. Can Picafort jamás hubiera sido lo que es sin la aportación de esas primeras personas.
Sea como sea, el topónimo quedó estrechamente ligado a la figura den Picafort. El lugar al que bautizó abarca un área costera y de interior especialmente rasa, y entre sus peculiaridades se hallan aspectos naturales, patrimoniales y culturales que pasamos a desgranar. A buen seguro interesarán a aquellas personas que hayan escogido esta zona del norte de Mallorca para pasar sus vacaciones de verano; también a los mallorquines ‘cansados' de transitar sus vías sin pararse a hacer muchas preguntas ni conocer el entorno de un modo más cercano.
Esplendor natural
Santa Margalida en general y Can Picafort en particular se distingue geográficamente por ocupar un entorno eminentemente llano. Mientras la Vila ha quedado rodeada por campos de cultivo de secano, a causa de la transformación de la mano del hombre sobre el entorno, el principal enclave costero del municipio margalidà se caracteriza por una riqueza y una variedad inusitada, aunque esa intervención humana también es patente.
La zona de costa es puramente un arenal, que actualmente y debido a la saturación de construcciones cerca de la primera línea marítima presenta problemas de renovación y de sostenibilidad. De haber mantenido la actividad económica lejos de los sistemas dunares, probablemente Can Picafort se asemejaría bastante a es Trenc, el conocidísimo paraíso de arena blanca del Migjorn mallorquín.
En algunos tramos se mantiene un frágil sistema dunar de pinar, aunque lo realmente interesante se encuentra franqueando la localidad. Por una parte contamos con Son Real, una finca de titularidad pública que esconde en su interior importantes yacimientos prehistóricos. También es un espacio natural destacado, perfectamente representativo de esta parte de la Isla, y en sus cases se preservan aspectos etnológicos y patrimoniales que permitieron desarrollar la vida antes de que el turismo fuera una opción.
Por otro lado contamos con la Albufera de Mallorca, un parque natural único en la Isla que alberga un importante elenco de vida silvestre. Siendo la zona húmeda que ocupa un mayor territorio de todo Baleares, es un lugar privilegiado para los amantes de la observación ornitológica, especialmente en la época en la que hasta ella llegan numerosas especies de aves, en su viaje migratorio anual del norte y centro de Europa a África.
La Albufera dispone de figuras de protección del medioambiente y el territorio específicas (ZEPA, LIC), y a pesar de ello, desgraciadamente, el verano pasado se declaró un virulento incendio que mantuvo en jaque a los servicios de emergencias, Bombers de Mallorca y a toda la sociedad isleña durante tres largos días. Finalmente se calcinaron más de 400 hectáreas de cañizo. No obstante, el peculiar ciclo de la vida de una zona húmeda ha permitido una gran recuperación de la parte afectada, y actualmente existen distintas rutas e itinerarios que permiten conocer de primera mano su rica fauna y flora.
Patrimonio histórico
Quizás sus perfiles suaves y el estar integrado en el corazón de una amplia bahía, perfecta para refugiarse de los temporales marítimos, ha propiciado que durante toda la historia numerosas comunidades hayan elegido estos parajes para asentarse y prosperar. Ello ha proporcionado numerosos vestigios arqueológicos y patrimoniales. De hecho el Ajuntament de Santa Margalida enarbola orgulloso el mérito de haberse convertido en el municipio con más yacimientos prehistóricos de toda la Isla.
El catálogo de lugares de interés histórico y arqueológico lo encabeza con mucha diferencia la necrópolis de Son Real, con construcciones entre los siglos VII y I a.C, y cuyas campañas de excavaciones han finalizado este mismo mes de julio tras 23 años de tarea. Con este largo historial no podía faltar una pequeña mácula, cuando por problemas de financiación se detuvo la actividad e incluso se realizaron en el lugar carreras de motocross. A pesar de ello se han descubierto, excavado y conservado numerosas tumbas; el último cuerpo hallado ha sido el de un varón adulto, «de altura considerable y muy bien conservado», según analizaron recientemente los expertos en declaraciones a este periódico.
El otro referente es la Illa dels Porros, un islote ocupado desde la edad del hierro que se ha estudiado como un conjunto funerario conjunto con la necrópolis antes mencionada, y que sufrió graves daños a raíz de un temporal marítimo hace ahora veinte años. Asimismo existen otros lugares de interés, entre ellos, el Talaiot de Sa Nineta, Es Figueral de Son Real, Sa Punta des Patrón y el círculo funerario de Son Bauló, la mayoría de ellos bien conservados y especialmente singulares.
Cultura a ras de mar
El consistorio resalta en los últimos tiempos la importancia de Can Picafort desde el punto de vista cultural. Lo cierto es que varios proyectos artísticos con un componente local incuestionable convierten al núcleo vilero en uno de los principales puntos de interés de toda la bahía en cuanto a las artes plásticas se refiere.
Paradigmáticas son las esculturas de Joan Bennàssar, unos trabajos en cemento integrados en el mar y las rocas las cuales tienen como objetivo resaltar a la localidad como «la nueva Ítaca del Mediterráneo» en palabras del propio autor, sobre un conjunto escultórico situado en cuatro enclaves con nombres más que expresivos: El Desig, El Ritual, El Tresor y La Ferida.
Además del Saladina Art Fest, que ha dotado la localización de una personalidad propia hasta que el coronavirus lo ha permitido, a Can Picafort se le conoce por ser uno de los lienzos preferidos de Joan Aguiló, destacado artista urbano mallorquín que en los últimos años ha plasmado como pocos las escenas de vida más cotidianas a escala gigantesca en los lugares más visibles e insospechados.
5 comentarios
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leoEfectivamente, lástima que el autor del artículo siga sin rectificar. Todos nos equivocamos, pero rectificar es de sabios...
mmmCorrectísimo: la Albufera de Muro se llama así por algo. Es de Muro. Ni de La Vila, ni de Sa Pobla. Informarse de la veracidad es importante. Reafirmarse en la negación como sistema es simple estupidez.
No se menciona a s'article però monpare me contà que cap ets anys 30 un metge de sa Pobla l'envià a recuperar-se d'una malaltia pulmonar a ca uns familiars de Can Picafort perquè ets aires des pinars eren molt sans. Temps d'altres epidèmies...
mmmCuando los de Muro os habéis descuidado un poco los descendientes ilegítimos des Comte Mal i den Verga han ampliado su municipio El articulista tal vez ha escrito el artículo ayudado por alguno de esos politicuchos al servicio de los hoteleros que se piensan que todo el monte es su orégano. No le culpo , son encantadores de serpientes.
S'Albufera pertany al poble de Muro, no a Santa Margalida ni a Can Picafort, un poc de rigor periodístic per favor, sr. Antoni Agüera, fer un article sobre un municipi i incloure una errada com aquesta, és per fer-s'ho mirar. Com diu al subtítol, "Para apreciar algo hay que conocerlo", i està clar que vostè no ho coneix i així i tot n'ha escrit un article. Espero una rectificació pública.