Dos autobuses, dejando paso a un grupo de ciclistas. | F.F.

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La saturación y las colas en el acceso al faro han pasado, por espacio de unos meses, a la historia de la península de Formentor. La imagen al otro lado de la barrera ubicada junto al aparcamiento de la playa marca el límite entre la masificación controlada y la calma total, marcada por las restricciones de tráfico fijadas por la DGT del 1 de junio al 30 de septiembre, de 10 a 22:30 horas. Dentro de esa franja, a partir del kilómetro 8'7, salvo residentes, autorizados, peatones o vehículos sin motor, salvo el autobus del TIB, tienen prohibido el paso desde ese punto y hasta el final de la vía, pasado el kilómetro 19.

Eso sí, la primera barrera de acceso, ubicada al inicio del la subida al Colomer y junto a la base militar del Ejército del Aire, se cierra en el momento en el que no queda espacio en el aparcamiento de la playa. Una medida que ya se ha tenido que aplicar y que permite descongestionar el punto de inflexión en la carretera para permitir el acceso a nuevos turismos. Cámaras de seguridad en todos los puntos de control refuerzan el cumplimiento de una normativa que contempla multas y sanciones en caso no acatarla.

Los autobuses del TIB, en el faro de Formentor. Foto: F.F.

Pero, ¿qué imagen vemos una vez que pasamos la barrera de la playa de Formentor? Si hasta el pasado 31 de mayo el tráfico rodado era libre y el colapso llegaba hasta el mismo faro, la realidad actualmente es diametralmente opuesta. Apenas los autobuses del TIB, cuya línea 334 (Port d'Alcúdia-Faro de Formentor) cubre el trayecto completo, ruedan a lo largo de esos poco más de diez kilómetros de carretera en la que las cabras salvajes se han adueñado de nuevo de su hábitat.

Varios turistas, en la terraza de la cafetería del faro. Foto: F.F.
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El transporte público muestra frecuencias cada 30 minutos, realizando trayectos con dos unidades en cada sentido que se esperan en el túnel de es Fumat para no bloquear la vía y agilizar el tránsito hasta las paradas del desértico aparcamiento de Cala Figuera y la playa de Formentor o es Colomer, donde el flujo de vehículos es muy inferior al de semanas atrás, más cuando la barrera del inicio de la carretera se cierra.

Los autobuses del TIB, al pie del faro, cargando turistas. Foto: F.F.

Rebasado el punto de control de la playa de Formentor, apenas unos pocos valientes caminantes buscan llegar al faro, algunos de ellos inconscientes del largo y sinuoso camino que les queda por delante y bajo el sol a lo largo de la vía Ma-2210. Junto a ellos, los ciclistas encuentran su paraíso, con la carretera libre para disfrutar de un recorrido emblemático hasta el faro, icono de la masificación en Mallorca.

Dos excursionistas, a la altura del túnel del Fumat. Foto: F.F.

Allí, el flujo de viajeros que llegan y abandonan la punta a bordo del bus del TIB es constante, al igual que los que pueblan la terraza de la cafetería y aprovechan la oportunidad para inmortalizar unas vistas únicas. Por parejas, los autobuses cargan y regresan hasta el Port de Pollença con fluidez, encontrándose de nuevo a algunos de aquellos excursionistas y rebasando también a ciclistas, que desde las alturas divisan a aquellos que por mar acceden a algunas de las calas de la península, ya que ahí no llegan las restricciones de circulación.