Antonio Ramírez, restaurador y apasionado de su trabajo, junto a su Renault 5 TS de 1982. | Michel's

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Antonio Ramírez es el propietario de este Renault 5 TS con look de Copa de 1982 que compró hace nueve años en Grandas de Salime, un concejo del Principado de Asturias. Pues bien, hasta allí se marchó nuestro protagonista con su mujer en busca del coche, un capricho que su hijo quería y que no dudó en convertirlo en realidad.

Antonio se define como coleccionista y restaurador, y la verdad es que le pone pasión a su trabajo. Nos cuenta que el viaje de vuelta fue toda una locura, ya que de un tirón recorrieron los 1.200 kilómetros que separan Asturias de Barcelona, toda una aventura en aquellos años y con un coche que no estaba en su mejor momento.

Una vez llegaron a la Ciudad Condal, embarcaron rumbo a la Isla. También nos cuenta que a su llegada a Palma se llevaron una gran sorpresa, ya que la Guardia Civil les registró de arriba a abajo, incluso con perros adiestrados. En ese momento, él no sabía lo que estaba pasando, pero lo averiguó días después al saber por la prensa que se había detenido un coche con un cargamento de droga. Además, tampoco le pareció tan raro, pues el vehículo tenía matrícula de Orense y por aquella época la droga estaba muy de moda en el norte de la Península.

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MUY MAL DE CARROCERÍA

Pero anécdotas aparte, Antonio comentaba que el coche llegó en muy malas condiciones, principalmente en tema de chapa, con mucho trabajo por hacer. De ahí que inició la restauración junto a su hijo, aunque éste pronto lo dejó por otro proyecto. Así que Antonio siguió él solo su trabajo de restauración adquiriendo en Alemania las piezas que necesitaba para la carrocería y así, poco a poco, lo fue devolviendo a su estado natural.

En la actualidad el coche presenta un estado impecable y se siente orgulloso del trabajo que ha realizado. También nos cuenta que no lo utiliza mucho, pero para él cada restauración es un hito y por ello se siente orgulloso de cómo ha quedado el vehículo. También nos decía que, aunque su hijo dejó el proyecto a medias, le deja utilizarlo de vez en cuando, ya que se trata de disfrutar. Primero es el trabajo de devolverlos a la vida y luego de disfrutarlos, esa es la filosofía con la que trabaja Antonio y que ha hecho de la restauración una de sus grandes pasiones, aunque reconoce que le quita mucho tiempo libre.