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REUTERS-NUEVA YORK En teoría, la habilidad de la Internet para sobrepasar las fronteras y entretejer las culturas del mundo haría de la Tierra un sitio más pequeño. En realidad, los países del Tercer Mundo, que enfrentan pobreza, analfabetismo, la interferencia de la política y falta de líneas telefónicas, están teniendo que mostrar una destreza extraordinaria para encontrar un lugar en la Internet. La dura y quizá poco sorpresiva verdad es que, pese a algunas correrías de los países pobres, los expertos dicen que la brecha entre los que están conectados y los que están fuera se amplía tan rápidamente como la brecha entre ricos y pobres. Con sólo el dos por ciento de la población mundial conectada a la Internet, de acuerdo con las Naciones Unidas, la red mundial de computadoras en 1999 es todavía un hilo que une a las clases más privilegiadas. En la euforia del mundo cibernético, los esfuerzos de los países del Tercer Mundo pasan casi desapercibidos. La mayoría de los analistas que cubre Estados Unidos, no incluye en sus análisis sitios como Goma, la ciudad de la República Democrática del Congo que depende de Uganda para acceder a la Internet. Tampoco siguen lo que ocurre en Haití, la nación más pobre de América, un país que tiene menos de una línea telefónica por cada 100 habitantes. La electricidad sólo está disponible en las áreas urbanas e incluso ahí sólo por dos horas al día. Sin embargo, el primer site escrito enteramente en creole salió a la luz este mes, .

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