La Iglesia Católica y la Evangélica suscribieron hoy, domingo, la
«Declaración conjunta de la gracia divina», un documento que
pretende zanjar 500 años de diferencias entre estas dos corrientes
del cristianismo pero que, a la vez, ha sido acogido con
escepticismo por teólogos luteranos.
Representantes del Vaticano y de la Liga Mundial Luterana
celebraron ayer con una ceremonia en la catedral de Augsburgo (sur
de Alemania), seguida de una procesión, el acuerdo alcanzado entre
las dos iglesias por la que, por primera vez en la historia, los
católicos aceptan una idea central de la Reforma Protestante.
Aproximadamente 482 años después de que Martin Lutero clavase en
la puerta de la iglesia de Wittemberg sus 95 tesis, lo que provocó
el mayor cisma de la cristiandad desde el nacimiento de Jesús, la
«Declaración conjunta» admite que la gracia divina, y no los buenos
actos, es lo que conduce al hombre a la salvación eterna. Llegar a
esta conjunción de ideas entre católicos y evangélicos ha sido un
proceso largo, que en la última fase se ha visto enturbiado por las
críticas de 240 teólogos luteranos.
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