La planta utilizada como modelo pertenece a la familia de la col y la mostaza.

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La Comisión Europea presentó ayer, miércoles, la primera secuencia completa del genoma de una planta, un proyecto de investigación iniciado en 1991 por el Ejecutivo comunitario y en el que han participado 114 científicos de 15 países, incluyendo a Estados Unidos y Japón. Este descubrimiento supone un avance importante en la genómica, la rama de la bioquímica que investiga el genoma (conjunto de los cromosomas) de los seres vivos.

La «planta modelo» que se ha utilizado en la investigación es la «Arabidopsis thaliana», conocida como oruga en español, una planta anual de la familia de la col y la mostaza, que crece, al igual que otras malas hierbas, en los caminos y tapias de jardín. La oruga fue elegida porque tiene un genoma reducido, crece fácilmente en el laboratorio, produce numerosas semillas y tiene una gran capacidad de adaptación ya que crece en regiones variadas.

La investigación ha permitido «secuenciar» 115 millones de pares de bases que codifican unos 26.000 genes, es decir, «más que cualquier otro genoma de los hasta ahora secuenciados en su totalidad», según la Comisión Europea. Este descubrimiento permitirá «abrir las puertas al conocimiento científico de los vegetales, de sus mecanismos de defensa ante los organismos dañinos y las enfermedades y de su interacción con el medio ambiente, al tiempo que brinda prometedoras oportunidades para aplicaciones futuras en los sectores médico, agrario, medioambiental e industrial».

El comisario europeo de Investigación, Philippe Busquin, dijo que el éxito de esta investigación «confirma, una vez más, el valor de la cooperación científica organizada a escala paneuropea». Bruselas ha invertido 26 millones de euros, del total de 100 que costó el proyecto, de los fondos europeos de investigación durante el período 1991-1999. En la secuenciación del cromosoma 3 de «Arabidopsis» han colaborado dos proyectos españoles, uno dirigido por Manuel Perez-Alonso, de la Universidad de Valencia y otro por Pere Puigdomenech, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Barcelona.