Los partidos políticos aprovecharon el 40 aniversario de la
construcción del Muro para preparar su carrera a la alcaldía de
Berlín, en un momento en que el interés popular por las
conmemoraciones históricas ha decrecido y las miradas se centran en
el futuro de la capital alemana.
La posible participación del poscomunista Partido del Socialismo
Democrático (PDS) en el gobierno de la ciudad-estado y los vínculos
de esta formación con el régimen del Muro capitalizaron los
discursos políticos y las protestas que salpicaron la
conmemoración. El canciller alemán, Gerhard Schröder, tuvo que
escuchar algunos abucheos de quienes acusan a su Partido de abrir
las puertas al gobierno al PDS.
Unos cuantos manifestantes destrozaron a patadas la corona de
flores depositada por el PDS en el monumento a las víctimas del
Muro de la Bernauer Strasse, uno de los puntos donde permanece en
pie un fragmento de la antigua «Franja de la Muerte». Las heridas
no han sanado aún, según quedó demostrado durante la jornada, donde
las banderas de toda Alemania ondearon a media asta, en recuerdo de
los 28 años de división.
El berlinés parece sufrir los efectos de una «sobredosis» de
aniversarios relacionados con su traumático pasado. Las huellas del
Muro se han quedado en objeto de curiosidad turística, como lo
demostró la abultada afluencia a algunos puntos «nostálgicos», como
el célebre Check Point Charlie o la East Side Gallery, formada por
los «graffiti» pintados por artistas de todo el mundo en el
Muro.
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