Pilar del Castillo, ministra de Educación, declarando ante los medios de comunicación.

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La Federación Estatal de Profesores de Religión (FEPER) denunció que «algunas diócesis vinculan» la continuidad de los docentes a «un impuesto revolucionario», como «el pago anual de una cantidad en metálico, cooperación con las parroquias, contribución para algún regalo o la realización de cursos». El presidente y vicepresidente de FEPER, Luis Guridi y Alfredo Sepúlveda, respectivamente, expusieron la situación y «precariedad laboral» de este colectivo, después de que se conociera que tres profesoras en Almería, Málaga y Canarias han sido apartadas de la docencia por razones relacionadas con su vida privada, y que «son la punta del iceberg».

Los representantes de esta federación, que agrupa a 2.000 profesores, aportaron un dossier con documentación sobre casos de ceses, cambios de jornadas o traslados, y denunciaron que la Administración «hace dejación de sus funciones dejando que la Conferencia Episcopal campe a sus anchas». «Algunas diócesis vinculan unas condiciones tan arbitrarias como el pago anual de una cantidad en metálico, cooperación con las parroquias, contribución para algún regalo al Obispo, cursos impuestos por la Conferencia Episcopal, no reconocidos oficialmente», o incluso, prosigue la FEPER, «exigen que el profesor haga un juramento de fidelidad a su Obispo». La federación incluyó fotocopias de documentos de la Diócesis de Getafe, Las Palmas de Gran Canaria, o de La Laguna, que hacen referencia a la realización de «donativos» para la Delegación, para hacer un regalo al recién nombrado obispo auxiliar, o recuerdan que debe realizarse el curso «Evangelización».

Según sus representantes, se trata de «un impuesto revolucionario», y además de reconocer que «hay miedo» entre los docentes, criticaron que «a algunos de los nuevos profesores les prohíben la pertenencia a FEPER o estar sindicados». «Están llegando noticias de que la Jerarquía utiliza ese nombramiento para premiar a sus fieles y castigar a los díscolos», aseguran los representantes de este colectivo, quienes reivindicaron que su relación laboral es con la Administración, no con la Jerarquía Eclesiástica.

El trabajo de estos docentes en los colegios públicos «es un servicio público que se ofrece a los ciudadanos a través de la Administración y no un servicio que se hace a la Jerarquía», según FEPER, que considera que la Administración debe hacer «una selección objetiva» de los docentes entre aquellos que propone el Obispo.