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SAN FRANCISCO. EFE. Las Navidades han acabado pero Apple quiere prolongar las fiestas un poco más con el esperado anuncio de sus nuevos productos, empezando por los iMac con pantalla plana, que harán que más de uno se replantee la lista de regalos pedidos durante estos días. El creador de Apple, Steve Jobs, no se ha mordido la lengua y -con el respaldo de los 6 millones de iMac vendidos desde que se hizo cargo de la empresa para resucitarla de su muerte cerebral-, acaba de declarar la desaparición de los clásicos y pesados monitores fabricados con tubos de rayos catódicos. «Ésta es la muerte oficial del CRT (los monitores de tubos catódicos)», proclamó Jobs cuando ayer, lunes, reveló durante MacWorld Expo en San Francisco la nueva línea de iMac. Ante la satisfacción de incondicionales y nuevos adeptos de los ordenadores Apple, Jobs presentó un estilizado ordenador que hará las delicias de los decoradores, aunque a los menos versados en el mundo informático el iMac les puede causar más de un engorroso momento. Cuando los primeros lectores de CD-ROM llegaron a la informática personal, se hizo legendaria la broma del cliente que protestaba al vendedor por el extraño y fastidioso diseño del portavasos incluido en el ordenador. Con el nuevo iMac habrá que estar preparado para una nueva oleada de malos chistes. Y es que los nuevos iMac se parecen más a una ultramoderna lámpara sueca que a lo que hasta ahora conocíamos como un ordenador. El monitor es una pantalla plana de 15 pulgadas con un grosor que es la mitad del manual que acompaña al ordenador. Y la omnipresente caja, ya sea la aburrida beige de los PC o la multicolor de Apple, que contiene el procesador, la memoria y las unidades de disco, se ha convertido en una inofensiva semiesfera en la base de la pantalla.