La familia real británica
afronta un nuevo escándalo tras conocerse que el príncipe Enrique
de Inglaterra, de 17 años, admitió que ha fumado marihuana y se ha
emborrachado en varias ocasiones. Funcionarios de palacio han
descrito los incidentes como «un asunto muy serio» que se ha
resuelto en el seno de la familia real.
Según publicó ayer el periódico «News of the World», los
incidentes tuvieron lugar durante las últimas vacaciones de verano,
cuando el joven príncipe, hijo menor de Carlos de Inglaterra y
tercero en la línea de sucesión al trono, tenía 16 años, dos menos
de la edad legal mínima para el consumo alcohólico en el Reino
Unido. Al enterarse, su padre organizó una visita de Enrique a un
centro de rehabilitación para toxicómanos en el sur de Londres, con
el objetivo de que el joven príncipe aprendiera la lección y
supiera de primera mano los efectos de las adicciones.
El primer ministro británico, Tony Blair, felicitó públicamente
al príncipe Carlos por la forma en que había atajado el asunto.
«Creo que el modo en que el príncipe Carlos y la familia real lo
han abordado es totalmente correcto y lo han hecho de una manera
muy responsable y adecuada para el muchacho», explicó Blair, quien
ya tuvo una experiencia parecida con su hijo mayor, Euan, que
celebró el final de sus exámenes con una tremenda borrachera en el
centro de Londres.
El director del centro para toxicómanos «Featherstone Lodge»,
Bill Puddicombe, declaró ayer que el príncipe se mostró «muy
impresionado» por lo que vio.
Durante su visita, Enrique conversó con adictos a la cocaína y a
la heroína en proceso de rehabilitación que le explicaron «el tipo
de experiencias que habían vivido, y lo miserable que su vida ha
sido como resultado de la droga», explicó Puddicombe.
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