La princesa Marta Luisa de Noruega y el escritor noruego Ari Behn
se casaron ayer en la catedral de Nídaros en Trondheim, localidad
situada a unos 500 kilómetros al norte de Oslo, en una ceremonia a
la que asistieron los miembros más jóvenes de la realeza europea,
entre ellos el príncipe Felipe. Miles de admiradores de la pareja
recibieron con entusiasmo a la pareja y a los invitados en los
aledaños del templo, la única catedral gótica de Noruega, y entre
la multitud se podían distinguir también varias banderas españolas.
Con un vestido de seda color crema decorado con lirios, una cola de
tres metros y una tiara de brillantes, Marta Luisa descendió de una
carroza tirada por caballos y entró en la catedral acompañada por
su padre, el rey Harald.
La princesa no pudo contener las lágrimas en varios momentos de
la ceremonia, uno de cuyos pasajes más emotivos fue la lectura de
un salmo por parte de su hermano, el príncipe Haakon, cuya esposa,
Mette Marit, compareció por primera vez en público sin muletas tras
sufrir un accidente de esquí. A continuación, los recién casados,
seguidos por la comitiva real, recorrieron a pie los casi 800
metros que separan la catedral de Nídaros de la residencia real de
Stiftsgaarden, lugar elegido para celebrar el banquete y el baile
nupciales. Marta Luisa, de 30 años, pierde con el enlace con el
controvertido Behn, un año más joven que ella, algunos de sus
títulos aristocráticos, como el de «su alteza real», aunque seguirá
recibiendo el tratamiento de «princesa» y no el de «señora
Behn».
Por ese motivo, la televisión noruega y otros medios de
comunicación han criticado los altos costes de la ceremonia para
una princesa que se despide así de algunos de sus privilegios.
Behn, criticado en varias ocasiones por su gusto en el vestir que
algunos consideran demasiado atrevido, compareció en la catedral de
Nídaros sobriamente ataviado con un chaqué. En lugar de la
tradicional marcha nupcial, fue el coro de la catedral quien,
acompañado con tonos de órgano y trompetas, abrió la ceremonia, que
ofició el obispo Finn Wagle, mientras el rey Harald de Noruega
guiaba a la princesa a lo largo de los noventa metros que separan
la entrada principal del altar mayor.
Entre los invitados de las casas reales europeas asistieron al
evento, además del príncipe Felipe, que en la catedral se sentó
junto a la princesa Victoria de Suecia, la reina Margarita de
Dinamarca, el príncipe Eduardo de Inglaterra y el príncipe
Willem-Alexander de Holanda acompañado de Máxima, la argentina con
quien se casó el pasado mes de febrero. Los numerosos ciudadanos
que se acercaron a la catedral para saludar a la pareja mostraron
un entusiasmo que no dejaba entrever en absoluto las reticencias de
buena parte de los ciudadanos de ese país a la boda de Marta Luisa
con Behn. Behn realizó un programa de televisión en el que se veían
prostitutas tomando cocaína en Las Vegas y un documental en
Pakistán en el que él manifestaba a seguidores de los talibanes su
oposición a los ataques contra Afganistán.
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