El Papa denunció en Toronto que la revolución tecnológica en curso
está «basada únicamente en criterios de productividad y de
eficacia». El Pontífice hizo estas afirmaciones ante unos 600.000
jóvenes reunidos en Downsview Park, un antiguo aeropuerto en
Toronto, Canadá, reconvertido en parque urbano, para la vigilia de
la XVII Jornada Mundial de la Juventud, considerado el momento
cumbre de este encuentro que concentra jóvenes de 173 países.
«El nuevo milenio ha comenzado con dos escenarios contrastados:
el Gran Jubileo del Año 2000 que llevó a Roma a miles de peregrinos
para atravesar la Puerta Santa que es Cristo y el terrible atentado
terrorista de Nueva York, que ha sacado a relucir un mundo en el
que parece prevalecer la dialéctica de la enemistad y del odio»,
afirmó el Pontífice, que tenía la voz firme y fuerte. Ante ese
escenario, entre el bien y el mal, el anciano Papa dijo que la
pregunta que se impone es «dramática»: sobre qué pilares construir
la nueva época que emerge tras los grandes cambios vividos en el
siglo XX.
Se preguntó que si será «suficiente» apostar por una revolución
tecnológica que parece «únicamente regulada por criterios de
productividad y eficacia», sin una referencia a la dimensión
religiosa del hombre y sin un código ético universalmente aceptado.
Por otra parte el papa expresó su «tristeza y vergüenza» por los
casos de pederastia cometidos por sacerdotes en muchas partes del
mundo, a la vez que les pidió que no se desalienten por los pecados
y fallos de esos miembros de la Iglesia y tengan fe en la mayoría.
«El daño hecho por algunos sacerdotes y religiosos a los jóvenes y
a los vulnerables nos llena a todos de una profunda tristeza y
vergüenza. Pero pensad en la gran mayoría de sacerdotes y
religiosos dedicados y generosos, cuyo único deseo es servir y
hacer el bien», afirmó el Pontífice durante la misa solemne con la
que concluyó la XVII Jornada Mundial de la Juventud.
Con este «mea culpa», Juan Pablo II tocó durante estas jornadas
dos temas que preocupan mucho a los estadounidenses: el terrorismo
desatado con los atentados del 11-S y los casos de pederastia en
los que están implicados más de un centenar de sacerdotes y obispos
del país y que han puesto a la Iglesia Católica en la picota. Hasta
el punto de que muchos padres no han querido mandar a sus hijos a
estas jornadas por los escándalos de pederastia. Los
estadounidenses forman el grupo más numeroso de los venidos a
Toronto, con 52.000 jóvenes.
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