Más de 2.000 directores de laboratorios y responsables de equipos
científicos franceses anunciaron ayer su dimisión administrativa en
protesta por la situación de «asfixia financiera» a la que les ha
abocado la política gubernamental.
No disuadió a los científicos la promesa del primer ministro,
Jean-Pierre Raffarin, de aumentar en 3.000 millones de euros la
inversión en investigación entre 2005 y 2007, una oferta de última
hora que ha sido acogida con recelo por la comunidad científica.
Reunidos en asamblea en el Ayuntamiento de París, los
investigadores cumplieron su amenaza de dimisión en bloque, una
medida que inicialmente tiene carácter simbólico pero que puede
paralizar los laboratorios si se prolonga en el tiempo.
La asamblea empezó calentada por el anuncio de que 200
investigadores, que no acudieron a París, habían presentado la
dimisión antes incluso de que se iniciaran los debates.
Apenas una decena de los presentes fueron reacios a dejar su
puesto y su voz fue ahogada por el abrumador clamor de la mayoría
que se mostró favorable a mantener la presión, que se inició hace
dos meses.
Sus miembros no se creen que el Gobierno vaya a invertir tanto
dinero cuando es incapaz de desbloquear 20 millones de euros para
mantener medio millar de contratos temporales de jóvenes
investigadores que llegan a su fin y cuya defensa se ha convertido
en la bandera de la reivindicación de los científicos.
La frontal oposición al Gobierno galo se cristalizó también con
la decisión de los científicos de organizar su propio y exclusivo
congreso, en un claro desplante al Ejecutivo que había propuesto
apadrinar una reunión de sabios que marcara las líneas directrices
de la investigación en el país vecino.
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