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El defensor del Pueblo, Enrique Múgica, reclamó ayer un debate público y la adopción de medidas frente a los contenidos y la programación ofrecida por las televisiones ante los «evidentes perjuicios» que causan en los niños, que crecen «atiborrados de imágenes zafias y de cotilleos inútiles o abyectos».

Al volver de la escuela, niños y adolescentes ven una televisión que amenaza los resultados educativos y a la que no pueden sustraerse, porque se adoba con «un lenguaje fácil y pobre al borde del grito», con situaciones llenas de «violencia y zafiedad», «con la miel de unos cuerpos atractivos y tentadores que todo lo experimentan sin dificultad» y con un clima de «violencia, pasotismo y dolce far niente». Tras recordar que todas las televisiones, tanto públicas como privadas, son un servicio público y como tal deben dotar a la juventud de una preparación «con un altísimo nivel de calidad», subrayó la necesidad de estimular el perfeccionamiento de una verdadera democracia porque puede haber ocio, pero «un ocio digerible y que no atente contra los principios fundamentales de la educación».

Múgica, quien compareció en la comisión mixta del Defensor del Pueblo para presentar su informe del 2003, hizo «sonar la alarma» ante una situación que alcanza «caracteres alarmantes» y que requiere el establecimiento de unos principios, «sin que puedan en absoluto verse afectados los derechos a la libertad de expresión o a la libertad de empresa».

Su objetivo es abrir un «espacio» al que invitará a partidos políticos, ONG y educadores para dirigir a las administraciones públicas la recomendaciones oportunas, explicó el defensor, quien destacó la importancia de contar con las televisiones porque son conscientes también de que «ya no se puede llegar más lejos», ya que hasta los dibujos animados son «violentos».