Los investigadores han permitido que el olfato sea un sentido menos enigmático.

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EFE-ESTOCOLMO
El Instituto Karolinska de Estocolmo concedió este año el Premio Nobel de Medicina y Fisiología a los estadounidenses Richard Axel y Linda B. Buck por sus trabajos para desentrañar el misterio del sentido del olfato.

Hasta la década de los noventa, en que Axel y Buck presentaron sus resultados, el olfato había sido uno de los sentidos más enigmáticos y las investigaciones se centraban sobre todo en analizar la audición y la visión, dos sistemas sensoriales aparentemente más vitales.

Los científicos estadounidenses recibirán el máximo galardón internacional de Medicina en reconocimiento a su labor pionera en el descubrimiento de los «receptores olfativos y la organización del sistema olfatorio».

«Hasta que Axel y Buck realizaron sus estudios, el olfato era un misterio», señaló Sten Grillner, uno de los expertos del Karolinska tras anunciar el galardón.

Los dos científicos revolucionaron este campo de investigación al ser los primeros en utilizar la metodología molecular para determinar el funcionamiento de este sentido.

Ambos descubrieron la existencia de unos 1.000 genes que sirven de receptores olfativos, que a su vez son capaces de reconocer y memorizar las en torno a 10.000 sustancias odoríferas conocidas.

Cada célula olfativa está especializada, por tanto, en identificar un número concreto de olores, cuya señal envían al cerebro mediante impulsos eléctricos.

Todos los receptores son proteínas relacionadas entre sí pero difieren en pequeños detalles; cada receptor consiste de una cadena de aminoácidos que está anclada a la membrana celular y la atraviesa siete veces.