El Monarca señaló que todas las lenguas son, en mayor o menor
grado, «mestizas», y que el castellano, que lo fue desde su
configuración inicial, se hizo español ensanchando precisamente su
mestizaje, primero en la Península y, más tarde, al desarrollarse
en América.
Según subrayó, todos y cada uno de los contactos con otras
lenguas y culturas han ido depositando en la lengua española marcas
de «mentalidades, costumbres y sensibilidades distintas».
«Unas señas particulares de identidad, que sedimentan en ella
sin borrarse, de modo que el español se configura y vive como un
idioma común, con una muy trabada unidad desde luego, pero en el
que resuenan muy diversos ecos», expuso tras mencionar que nuestra
identidad lingüística es «la suma convergente de muchas
identidades».
Así, confió en que el congreso de Rosario aporte luz sobre ese
fenómeno tan histórico como actual y ayude a que, conociendo la
pluralidad de lo que somos, se avive la conciencia de la comunidad
que formamos «en y por la lengua». El Rey no olvidó mencionar,
llegados a este punto, que la comunidad hispanohablante añade al
patrimonio de la lengua común la «riqueza» del plurilingüismo.
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