Poco antes de las 18.00 horas, la fumata blanca anunciaba que los
115 cardenales reunidos en el cónclave habían llegado a un acuerdo
para elegir el sucesor de Juan Pablo II, muerto el sábado 2 de
abril. Minutos más tarde las campanas de El Vaticano confirmaban la
elección del nuevo Papa, aunque el suspense acerca de su nombre se
mantuvo aún hasta que apareció en el balcón de la Plaza de San
Pedro el primer cardenal de los diáconos (el Protodiácono), el
chileno Jorge Arturo Medina Estévez, y declaró el consabido:
«Habemus Papam».
Luego tuvo un recuerdo para su antecesor, Juan Pablo II, del que
fue durante años su brazo derecho. Su primer encuentro con los
romanos, del que pasa a ser su Obispo, duró pocos minutos, aunque
fueron suficientes para que los católicos presentes en la Plaza de
San Pedro lo aclamaran como «Benedicto, Benedicto».
A continuación, el Pontífice, con el rostro emocionado y
cansado, salió al balcón y dijo que le consolaba saber que Dios
«sabe trabajar». Benedicto XVI anunció que actuará con
«instrumentos suficientes» para que pueda llevar adelante su
Pontificado y añadió: «y sobre todo confío en vuestras
plegarias».
Antes de abandonar el balcón impartió la bendición «urbi et
orbi», a la ciudad de Roma y al mundo entero. Inmediatamente
después de conocerse la elección de Ratzinger, el mundo católico
comenzó a celebrarlo y las campanas de las iglesias de muchas
ciudades y países, como Jerusalén y Cuba, empezaron a repicar
durante unos minutos para anunciar la noticia.
Ratzinger es el prelado alemán que representa la línea más
dogmática de la Iglesia, con unas ideas que a menudo chocan con las
corrientes liberales de su país de origen, donde se le ha llegado a
acusar de inquisitorio.
El nombre de Joseph Ratzinger ha aparecido en todas las
polémicas dentro de la Iglesia católica para frenar los intentos de
reforma de sus colegas considerados más progresistas.
En Alemania, por ejemplo, su nombre va ligado al pulso que
mantuvo el cardenal Karl Lehmann, presidente de la Conferencia
Episcopal alemana, en torno al debate sobre el aborto.
«Ir contracorriente y resistir a los ídolos de la sociedad
contemporánea forma parte de la misión de la Iglesia», es una de
sus máximas y en las meditaciones del último Viernes Santo
consideró que el hombre actual no cree en nada y se deja arrastrar
por un nuevo paganismo.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.