Unos seis millones de niños mueren cada año porque sus sistemas
inmunes están debilitados por el hambre y la malnutrición, lo que
les hace incapaces de superar enfermedades infecciosas curables
como la diarrea, el sarampión o la malaria. La denuncia está
contenida en el último informe sobre el estado del hambre en el
mundo de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura
y la Alimentación (FAO), que recuerda que en el hambre y la
malnutrición están las causas más profundas de la pobreza.
El documento, presentado ayer en Roma en la 33 Conferencia
bianual del organismo de la ONU, subraya que combatir la
desnutrición que padecen 852 millones de personas en el mundo,
según las últimas estimaciones de la FAO (2004), es indispensable
para conseguir todos los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Reducir el hambre y la pobreza extrema para 2015 es el primero de
esos objetivos, que los gobernantes de 189 países se comprometieron
a cumplir en la Cumbre de 2000 y que incluyen además el acceso a la
educación, la igualdad de género, la lucha contra la mortalidad
infantil, el Sida y otras enfermedades, la mejora de la salud
materna o la sostenibilidad medioambiental.
«La mayor parte de estos objetivos no se conseguirán sin un
compromiso más resuelto y progresos más rápidos», advierte el
director de la FAO, Jacques Diouf, en el prefacio del informe. Las
noticias más alentadoras en este sentido provienen de América
Latina y el Caribe, la única región en desarrollo que ha reducido
el hambre lo suficientemente rápido desde 1990 como para alcanzar
la meta establecida en los Objetivos de Desarrollo Del Milenio,
según el documento.
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