Cien toneladas de sustancias cancerígenas transportadas por las
aguas del río Songhua llegaron ayer a Harbin, la mayor ciudad del
noreste de China, y avanzan hacia Rusia, en un desastre ecológico
del que Pekín culpa a la CNPC, la mayor petrolera estatal.
El agua contaminada, en la que se encontraron índices de
concentración de nitrobenceno y de benceno hasta 30 veces y 6,6
veces superiores a lo normal, respectivamente, llegó a la «capital
del hielo».
Según la Administración Estatal de Protección Ambiental (SEPA),
la masa de agua de 80 kilómetros tardará 40 horas en pasar por la
ciudad, cuyos habitantes, que utilizan el agua del Songhua para
beber, han vivido una semana de auténtico pánico, debido a la
desinformación. Para frenar los temores, el gobernador de la región
aseguró que él «será el primero en beber agua» cuando la corriente
contaminada pase.
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