Un viticultor de la zona de La Seca (Valladolid) muestra los destrozos ocasionados por la plaga. Foto: EFE

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EFE-VALLADOLID Ua plaga de topillos que desde hace meses sufre Castilla y León ha comenzado a afectar a uno de los cultivos más emblemáticos de esta comunidad autónoma, el viñedo, cuya cosecha de uva se puede perder por culpa de estos roedores.

El secretario del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Rueda, Ramón Bocos, declaró a Efe que los daños en esta zona de Valladolid, Segovia y Avila se localizan especialmente «en viñedos viejos», a los que trepan más fácilmente los topillos. Ramón Bocos consideró que aunque no todas las zonas están afectadas por igual, en localidades como Pozaldez, Serrada o La Seca, en la provincia de Valladolid, la situación es «grave».

En La Seca reside Pablo Viral, un viticultor de la zona que junto a su hermano Teodoro tiene una plantación de cuatro hectáreas dedicada al cultivo de la vid. Estos dos hermanos se muestran preocupados, porque de seguir en estas circunstancias, la vendimia, que se prevé para dentro de un mes, «puede verse seriamente afectada».

Comentan que aunque por el lugar se habían visto topillos desde hacía ocho meses, sus viñas no sufrieron daños hasta hace poco menos de cuatro semanas.
Las inmediaciones de sus viñedos se encuentran ya llenas de madrigueras, donde los roedores se resguardan de las horas más intensas de sol hasta la llegada del atardecer, momento en el que se dan las condiciones necesarias de luz y temperatura para alimentarse cómodamente. Al hacerlo, sus preferencias se centran en las partes tiernas de la vid y «ni siquiera las malas hierbas, situadas a ras de suelo, se libran», afirma Teodoro Viral.

Este viticultor asegura que el procedimiento de los roedores consiste en «atacar al esqueleto de la planta».
Según él, los tallos y brotes de las viñas «son aparentemente las primeras partes en caer» y el gusto de los topillos por ellas les hace temer por el futuro de la cosecha del próximo año, porque «se impiden de este modo nuevas brotaciones» de racimos.

Su presencia también hace estragos en las hojas, ya que a pesar de que las consumen sólo en parte, es suficiente para producir su desecación y posterior caída, lo que contribuye a que los racimos sufran la enfermedad de la botrytis, a causa del exceso de sol.