Representantes de Yad Vashen, museo de la Memoria del Holocausto de Jerusalén, reciben los aplausos tras guardar un minuto de silencio. Foto: JUANJO MARTÍN/EFE

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AGENCIAS-OVIEDO La lucha por el cambio climático, el recuerdo del mayor genocidio de la historia de la humanidad y el deseo de superación de conflictos presentes marcaron el viernes la entrega de la XXVII edición de los Premios Príncipe de Asturias.

Al igual que en las anteriores convocatorias, la ciudad de Oviedo se ha volcado en una ceremonia que tiene cada vez un carácter más internacional.
Sin duda, uno de los grandes protagonistas ha sido el ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore, premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional por su lucha contra el cambio climático.

Ante un abarrotado teatro Campoamor, presidido por la tribuna de los príncipes don Felipe y doña Letizia, el recién galardonado con el Nobel de la Paz instó a liderar una revolución de la conciencia y a alcanzar un nivel de consenso ante las verdades que transmiten los científicos respecto a la crisis del calentamiento global.