Craig Venter, fundador del Instituto Venter y pionero de la biotecnología.

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FRANCE PRESSE-WASHINGTON

Investigadores estadounidenses del Instituto Venter produjeron el primer genoma sintético de una bacteria, una etapa crucial para la creación del primer organismo vivo artificial, cuyas aplicaciones potenciales van desde la producción de biocombustibles hasta el tratamiento biológico de desechos tóxicos. Se trata de la mayor estructura de ADN -elemento base de la vida- jamás fabricada por el hombre, subrayaron los autores de esta investigación publicada en la revista Science del 24 de enero.

«Este es un avance alentador para nuestros investigadores y esta disciplina», celebró Dan Gibson, principal autor del estudio, en el cual también participó Craig Venter, fundador del Instituto y controvertido pionero de la biotecnología. «No obstante, seguimos trabajando hacia el objetivo final de insertar un cromosoma sintético en una célula y lograr así la creación del primer organismo artificial», añadió.

Se trata de hecho de crear una bacteria nueva por completo injertándole un genoma fabricado a medida para que pueda cumplir una función específica. «Hemos mostrado que es posible crear artificialmente grandes genomas y ajustar su tamaño, lo que abre el camino a potenciales aplicaciones importantes como la producción de biocombustibles», explicó el doctor Hamilton Smith, del Instituto Venter y uno de los coautores del trabajo.

También se podrían producir organismos artificiales para el tratamiento biológico de los desechos tóxicos o la secuestración del dióxido de carbono (CO2), aseguraron los autores del estudio. Esta investigación «representa la segunda de tres etapas hacia la creación de un organismo vivo enteramente artificial», precisó Dan Gibson.

La primera etapa fue franqueada en 2007 con la exitosa transferencia de un genoma de una bacteria a otra bacteria, convertida en una especie diferente en el proceso. Para la etapa final, sobre la cual ya trabajan los investigadores del Instituto Venter, intentarán crear una célula artificial de bacteria basada enteramente en el genoma sintético de la Mycoplasma genitalium recién fabricada.

La bacteria M. genitalium posee uno de los genomas celulares más pequeños conocidos, con poco más de 580 genes, de ahí su interés para los investigadores. El genoma humano cuenta con casi 30.000. Estos investigadores explican que lograron «esta proeza técnica» produciendo químicamente los fragmentos de ADN de esta bacteria en su laboratorio, desarrollando nuevos métodos para ensamblarlos y reproducirlos. Previamente habían despojado al genoma de los genes inútiles.