AI ha hecho un corto en el que muestra técnicas de tortura como el watering, que se basa en la asfixia con agua.

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La sección española de Amnistía Internacional celebra en 2008 el trigésimo aniversario de su legalización, una conmemoración «sin cumpleaños feliz» porque pese a los «logros» conseguidos en estas tres décadas, aún quedan «muchos retos de futuro» en un momento en que los recortes de libertades avanzan en el mundo.

En un acto encabezado por la presidenta y el director de la organización, Delia Padrón y Esteban Beltrán, respectivamente, Amnistía Internacional recorrió ayer los hitos más importantes de su lucha por las libertades ofreciendo los testimonios de algunas de las personas que han sido protagonistas directos del trabajo de la ONG, como el de Joaquín José Martínez, condenado a pena de muerte en Estados Unidos hace 11 años o Valdenia Aparecida, abogada brasileña acogida por AI en España.

Según explicó Padrón, en la actualidad hay más de 2,2 millones de personas en el mundo que luchan por los derechos humanos y sólo en España, Amnistía Internacional cuenta con 48.000 socios. Además, la organización ha desarrollado la capacidad «de movilizar automáticamente, en el momento en que hay una violación de derechos humanos, a más de 75.000 personas que se ponen a trabajar por las víctimas».

Beltrán señaló la necesidad de mirar al futuro y «enfrentarse a la pretensión por parte de diferentes gobiernos, especialmente el estadounidense, de legitimar de nuevo la tortura» que hoy se sigue practicando en 100 países, entre los que, según la organización, se encuentra España, por la utilización de mecanismos como «el régimen de incomunicación» contemplado por la legislación antiterrorista «que se extiende a 13 días». El director de Amnistía España señaló asimismo el reto de «evitar que se consolide una nueva clase de esclavos: los 200 millones de personas inmigrantes» que hay en el mundo porque «el no tener papeles se está convirtiendo» en sinónimo de ausencia de derechos, mientras el asilo y el refugio «están en vías de extinción».

El retroceso de la pena de muerte en el mundo, la desaparición de la xenofobia y el racismo son otros de los grandes desafíos de Amnistía Internacional, pero, según Beltrán, quizá el más importante de todos sea «trasladar la pobreza desde la economía a los tribunales» porque «es un problema de derechos humanos», no de cifras. «Hay que encontrar el Pinochet de la pobreza y juzgarlo», aseveró el director de Amnistía Internacional de España.

En el apartado de los logros a nivel global, Padrón destacó que en este tiempo, se ha trabajado por «globalizar la justicia (...) facilitando que se pusieran en marcha inportantes tratados internacionales» y se han «sacado a la luz violaciones de derechos humanos que permanecían ocultas».