Los reyes posan junto a los galardonados durante la ceremonia de imposición de condecoraciones de la Orden del Mérito Civil, en el aniversario de la proclamación de Felipe VI. | Sergio Barrenechea - Efe

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Felipe VI ha escogido para celebrar el primer aniversario de su proclamación a ciudadanos desconocidos, ejemplares por su dedicación y trabajo, aquellos que hacen de España «una gran nación», como dijo hace un año en su primer discurso ante las Cortes y hoy ha vuelto a repetir en el Palacio Real de Madrid.

«Sois, queridos condecorados, un reflejo de la mejor realidad cotidiana de España», ha subrayado don Felipe, junto a la Reina Letizia, en el Salón de Columnas del palacio, una estancia con notable significado histórico, donde hoy hace un año y un día el Rey Juan Carlos firmó su abdicación, pero ante muy distinto auditorio.

Porque hoy su hijo quería dar el «verdadero protagonismo», según sus palabras, a personas que no tienen cargos públicos, cuyos valores sólo son conocidos en sus ámbitos familiares, profesionales o solidarios, allí donde su vocación y dedicación ha sobresalido.

«Una nación no solo se engrandece cuando se pone a prueba el espíritu de un pueblo, cuando se defiende su libertad, o cuando están en juego sus ideales democráticos o su forma de vivir, sino también con el trabajo diario, anónimo, de todos los ciudadanos», ha enfatizado el Monarca.

De esta manera, la sala presidida por una imponente estatua de Carlos V estaba hoy llena de personas con nombres desconocidos, acompañados de sus familias y niños, que han escuchado respetuosamente el himno nacional, puestos el pie, cuando los Reyes han entrado por una puerta flanqueada por dos alabarderos inmóviles.

Han sido 38 los condecorados de toda España que han ido acercándose desde las primeras filas al centro de la estancia.

Don Felipe y doña Letizia les aguardaban de pie para imponer las distinciones, concedidas por el Rey, Gran Maestre de esta Orden instituida en 1926 por su bisabuelo, Alfonso XIII.

La emoción, los nervios y la alegría se han mezclado en todos los distinguidos, que ha recibido las medallas de manos del Rey, salvo en tres casos, dos de las personas que asistieron a los heridos en el accidente del avión militar A400M accidentado el pasado 9 de mayo en Sevilla y la mujer de un matrimonio de maestros jubilados de Teruel, a quienes se las han entregado la Reina.

Los aplausos han seguido a cada nombre que se iba mencionando, Luis Miguel, Marta, Hugo, Fernando... hasta 38 a lo largo de media hora, y se repetían cuando ya tenían en su solapa, o en el cuello, sujeta por una cinta, la correspondiente condecoración, además de llevarse la enhorabuena y la mejor sonrisa de los Reyes.

Tras darse la vuelta, camino de su asiento, Naca Pérez de Tudela, de Totana (Murcia) ha dirigido un beso al cielo, seguramente pensando en su hija fallecida en 2012, porque el honor de hoy obedece a su dedicación, redoblada con aquella muerte, a la ayuda a personas que sufren enfermedades poco frecuentes.

África Fuentes, de La Laguna (Tenerife), se ha adelantado en cuanto ha escuchado su nombre y don Felipe le ha hecho un gesto para que esperara a que un funcionario de Protocolo explicara los motivos de su reconocimiento.

«Desde muy joven sacó adelante, en condiciones de extrema dureza, a siete hermanos y seis hijos», leyó, para recordar también su «intensa labor de ayuda a los demás a través de un comedor social».

Con una muleta y un brazo vendado, acompañado del brazo de su esposa, el paraguayo Hugo Daniel López ha recibido también el afecto de don Felipe y doña Letizia cuando el Rey le ha impuesto la condecoración.

Encargado de cuidar en Archena (Murcia) a un anciano de 94 años, en la pasada Nochebuena le salvó de morir abrasado en un incendio, arriesgando su propia vida, ya que sufrió graves quemaduras por las que ha estado hospitalizado hasta hace tan sólo quince días.

Médicos, varios investigadores, un ama de casa de Melilla, una mariscadora gallega, un hombre en silla de ruedas que en 2002 sufrió un accidente que le ocasionó una lesión medular y cuyo espíritu de superación le ha permitido abrir un despacho de abogados y jugar al baloncesto... todos y cada uno de ellos han sido los protagonistas, como quería el Rey, de la ceremonia.

Y junto a los honores, las fotos y la emoción de la jornada, se han llevado del Palacio de Oriente un mensaje de Felipe VI.

«Os pido que no renunciéis nunca a vuestros ideales; que no renunciéis nunca a vuestros sueños, simplemente por ser sueños; pues, como decía Pedro Salinas, todos los sueños -todos vuestros sueños- pueden ser realidad si el sueño no se acaba», les ha emplazado el Rey, un año después de serlo.