Imagen de archivo de un ciudadano ejerciendo su derecho a voto. | Teresa Ayuga

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«He alucinado con las enormes fallas del sistema, si hubiera querido, yo mismo hubiera alterado los resultados. A la hora de la verdad, el control es mínimo». Estas son palabras de Christian Avilés, un ciudadano que ejerció de presidente de mesa el 26-J en un colegio electoral de Barcelona, y que tras una larga jornada mostraba su indignación en su perfil de Facebook.

La carta viral que escribió Avilés explica como se llevaba a cabo el recuento de votos, la posibilidad de alterar los resultados y las posibles «irregularidades» del sistema. «Pensad en un pueblo o ciudad pequeña de esas de la España profunda donde todos se conocen, se juntan los tres de la mesa y rellenan lo que les sale de los huevos porque no hay que entregar luego los votos para demostrar nada», afirmaba.

El escrito se ha convertido en viral y en menos de 24 horas ha conseguido más de 59.000 compartidos en Facebook.

Puede leer la carta completa de Christian Avilés aquí:

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«Lo siento, es largo, pero si no lo digo reviento.

Hace un rato que he llegado a casa después de ser presidente de una mesa electoral en Barcelona y aún estoy alucinando. A parte de varias irregularidades que no detallaré para no alargarme, pero que demuestran las enormes fallas del sistema, he alucinado con un montón de cosas. Primero: después del recuento, faltaban un par de votos que no aparecían. La responsable de la junta electoral insistía en que "eso es normal, nunca cuadra". Yo le he dicho que tenía que cuadrar, a lo que dice, "es igual, en este caso los votos que no se encuentren se ponen en blanco y ya está". Luego se ha unido a la fiesta el Apoderado del PP, que insitía en declarar los votos que faltaban como votos en blanco, "vamos, lo que se hace siempre". Yo les he dicho que no, que además, "cómo lo voy a cuadrar luego" y ahí ha venido mi primera sorpresa, me dicen “qué cuadrar?, si ahora cuando firmes el acta todos estos votos van a la basura” y digo “¿cómo? ¿No los tengo que llevar al juzgado escoltado por la policía?” y me dicen, “claro que no, tú a los juzgados llevas solo las actas con los resultados finales” Es decir, pensad en un pueblo o ciudad pequeña de esas de la España profunda donde todos se conocen, se juntan los tres de la mesa y rellenan lo que les sale de los huevos porque no hay que entregar luego los votos para demostrar nada. De hecho, si hubiera querido, yo mismo hubiera alterado los resultados, pues en muchos ratos del día hemos estado solos en la mesa dos personas.

Luego viene el cachondeo del voto por correo: a primera hora te entregan un fajo de sobres con los votos por correo, pero a la hora de la verdad, el control es mínimo, por no decir en algún momento nulo. Quién me dice que en uno de esos pueblos de la España profunda no cogen todos los sobres de correo y los cambian por otros. Están todo el día encima de la mesa y nadie los custodia.

Y para acabar, el cachondeo del escrutinio del Senado… Dejando de lado que la mitad de la gente no sabía qué tenía que votar, ni quiénes eran los que se presentaban, ni para qué sirve eso (especialmente la gente mayor, que preguntaban dónde tenían que poner la X, como si fuera un formulario de Hacienda)… Dejando de lado todo eso, el escrutinio es insultantemente ridículo: ¿os acordáis de cuando elegíais delegado de clase en el cole? Se iban poniendo nombres y se marcaba una X cada vez que a alguien se le votaba. Luego se sumaban las X y listos. Pues así pero con una lista de más más de mil X. Además, como se pueden marcar “hasta 3 casillas”, hay quien sólo marca una o dos, con lo que el número final de votos no tiene porqué coincidir con el número total de votantes. Aquí es cuando he dicho “bueno, supongo que ahora si que guardaremos las papeletas con las X, es la única manera de demostrar que esto que pongo en el acta es cierto”. Pues bien, de nuevo me he quedado a cuadros: las papeletas del senado también van todas a la basura. Básicamente he estado poninendo “x” durante una hora y contándolas después y NADIE HA COMPROBADO que estuviera bien, entre otras cosas, porque me han dicho que esto nunca se comprueba porque sería imposible. Es decir, que si hubiera querido me hubiera inventado los resultados del Senado y no hubiera pasado nada!! Finalmente, he cogido las actas, las he metido en un sobre y me las he llevado yo mismo a los juzgados en moto. Total, en los sobres no hay ninguna papeleta para comprobar que lo que pone en ellas es cierto…

Vamos, que supongo que ahora entenderéis mejor porqué gana las elecciones un partido corrupto y porqué no quieren hacer que el voto sea electrónico (sería mucho más barato, sí, pero demasiado fiable).»