Muy pocas madres y padres dirán que sus bebés comen bien, sobre todo si son primerizos | Redacción Digital

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Muy pocas madres y padres dirán que sus bebés comen bien, sobre todo si son primerizos. Lo más común es que los bebés coman mal, al menos hasta que crecen un poco y ya han probado la mayor parte de los alimentos, así que no hay por qué preocuparse. Lo primero que hay que hacer es elegir su asiento, en OutletBebe hay tronas para bebé a buen precio, sentarlo y empezar a establecer rutinas para que vaya reconociendo él mismo la situación y, aunque sea por repetición, acabe comiendo todo lo que tenga en el plato o en el biberón sin mostrar excesiva resistencia.

Es fundamental ser pacientes y entender que el bebé es nuevo en la vida y, como cada vez que los adultos se enfrentan a algo nuevo, para ellos el mundo entero es una novedad y el comer bien o mal también se aprende en base a la experiencia. Seguramente la quinta vez que coma el puré de calabaza, por ejemplo, lo comerá mucho mejor que la primera (¡o así se espera que sea al menos!).

A continuación, algunos consejos y trucos que han servido a otros (más allá del avioncito que nos hicieron cuando éramos pequeños) y que les han ayudado a que la hora de la comida no se convirtiese en un suplicio:

  1. Crea rutinas. Sí, haz todo exactamente igual hasta que el bebé reconozca los pasos. Sabrá cuándo es su parte. Pon la mesa de la misma forma, dile las mismas frases, canta las mismas canciones y hazle partícipe. Crea todo un ritual en el que seáis los protagonistas. Tardará, pero al final resultará divertido.

  2. Prémiale. En realidad es un poco el burro y la zanahoria, pero algo tan antiguo nunca fue tan efectivo. Hazle ver que si se come todo bien, luego podrá ver esos dibujos que tanto le gustan o jugar con la tablet. Entenderán rápidamente el mecanismo e intentarán luego también asociarlo a otras situaciones (ojo, hay que mantenerse firmes, luego no vale premios por cualquier cosa).

  3. Cuéntale un cuento. Esa clase de cuentos inventados en los que siempre hay como protagonista un niño que come y salva a alguien, por increíble que parezca.

  4. Vigila la temperatura. Evita platos demasiado calientes o demasiado fríos. Los bebés tienen recuerdo, con lo que es importante evitar que pasen una mala experiencia con algún plato porque no querrán volver a comerlo más por miedo. Evita también los sabores demasiado fuertes.

  5. Paciencia, paciencia y paciencia. En realidad este es el mejor consejo. Los demás también son buenos, pero no son absolutos. Cada bebé es un mundo y lo que funciona a uno puede no funcionar a otro.

En este sentido, es importante a veces poner el foco en los padres y madres, que sirvan de ejemplo a los bebés, que vean cómo ellos también comen, incluso, en la medida de lo posible, el mismo plato, hasta que se queda vacío. El aprendizaje por imitación también suele dar estupendos resultados y los padres y madres son el espejo en el que se miran los hijos durante su infancia. ¡A comer!