Cada ser humano es único, pero la sociedad del rendimiento solo premia las fortalezas, no acepta las debilidades, y por tanto dificulta la expresión de la individualidad: desde que el niño nace se le presiona para lograr objetivos con expectativas que menoscaban su desarrollo personal.
«Tendríamos que preguntarnos por qué no aceptamos al niño tal y como es. Todos los niños, sin excepción, quieren autodesarrollarse y muchos padres tienen miedos existenciales de que su hijo en el futuro no consiga objetivos dentro de esta sociedad», explica en una entrevista el científico y pediatra suizo Remo H. Largo.
«Lo que hacen es empujar al niño, presionarlo... y eso no sirve de nada, lo único que se consigue es hacer que se sienta infeliz. Las expectativas de los progenitores las percibe el hijo y le menoscaban su desarrollo personal», indica Largo, que publica en España «Individualidad humana: qué nos hace diferentes y cómo aprovecharlo» (Ed. Debate).
El científico, con 40 años de experiencia en el ámbito de la pediatría, insiste en que los niños no van a desarrollarse más por el hecho de que padres o profesores pretendan que sobrepasen su potencial.
«Si a un niño le damos menos alimentos de los que necesita, crecerá menos, pero si lo sobrealimentamos no va a crecer más, lo único que conseguiremos es que engorde. Eso ocurre exactamente igual con todas nuestras capacidades o potencialidades», añade.
Largo, que considera que realizarse es una necesidad básica del ser humano, defiende que todos los niños quieren aprender y lograr cosas notables, pero a su ritmo y manera, y que las reprimendas y las normas estrictas de comportamiento no son fructíferas para un mayor desarrollo.
«Algunos padres pretenden realizarse con los hijos y esta actitud no hace sino evitar que sus hijos se realicen», critica.
El resultado de educar a los hijos para que encajen en una sociedad y en un sistema económico orientados al rendimiento y la competitividad, lamenta el pediatra, es que cada vez haya más niños y adolescentes frustrados y con síndrome de «burnout» -agotamiento extremo-.
«Nuestra sociedad y nuestro sistema económico solo quieren aprovechar nuestras fortalezas, estamos en una especie de competencia constante en el lugar de trabajo, en la pareja, en la escuela, y así no se pueden vivir las propias debilidades porque no pueden ser aceptadas».
El pediatra, que reivindica en su ensayo que la expresión de la individualidad es el único camino posible para el bienestar, cree que el ser humano nunca ha estado tan desconectado de sí mismo como ahora y que la falta de satisfacción generalizada se debe a que vivimos en una sociedad de individuos anónimos.
«El peligro de exclusión nos acecha sin cesar», «la seguridad emocional existe para la mayoría sólo como algo provisional» y «en la sociedad actual uno no se siente aceptado nunca» porque el individualismo ha segado la protección de la comunidad.
Durante cientos de miles de años, aclara Largo, los seres humanos vivían en pequeñas comunidades en las que todos se conocían y eran aceptados.
«Ahora nos enfrentamos día a día con muchísimas personas desconocidas y eso supone un gran estrés para el humano. Estamos hechos para vivir exclusivamente con personas conocidas y por eso ya no podemos vivir nuestra individualidad», subraya.
Largo considera que, o se revierte la situación hacia una comunidad más colaboradora y solidaria, o la sociedad enfermará. Además, a su juicio una o dos personas son insuficientes para educar a un niño.
«Vivimos como si pudiéramos prescindir de relaciones interpersonales estables y duraderas, pero la seguridad emocional y la estima social sólo pueden venir de relaciones en las que se pueda confiar y de una convivencia cooperativa. En el futuro, tendremos que volver a la familia y a la comunidad, aunque de una forma nueva».
¿Y por dónde empezar? El experto lo tiene claro: «Tenemos que cambiar la sociedad, y tienen que hacerlo las mujeres, tienen que pasar a la acción. Solo las mujeres son capaces de cambiar el entorno y hacerlo más amable. Formen un partido de mujeres, únanse», concluye.
7 comentarios
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Como se va a aceptar a los niños como son si en nuestra sociedad prevalecen estólidos argumentos como el de que deben conocer la frustración temprano para poder sobrellevarla de adultos, sin pensar en darles otro tipo de herramientas. Yo como tuve que hacer lo que me habían enseñado, el otro día que me entregaban el coche nuevo, me puse a rayarlo nada más salir del concesionario, ya que como total al final me lo van a golpear, pues mejor frustrarme ahora para poder llevar mejor la futura frustración.
La educación anterior de estos padres es fundamental, pero aquí no nos hemos enterado de que ser padres conlleva no sólo darle de comer, vestir etc. sino educar de una forma global para que estos empiecen a vivir integrándose a la sociedad sin miedos, que ante cualquier eventualidad puedan defenderse o pedir la ayuda necesaria.
quiza porque en esta vida hay que educar a los niños para que de mayores no sean unos inutiles y unos patantes como gran parte de la juventud actual??? para que como yo que estoy en media edad,, pueda agradecer a mis padres, que me presionaran para ser persona, para estudiar y tener principios?? para que no terminen en arran o algo peor??
Estoy en gran parte de acuerdo con el autor del ensayo en el que los niños son niños y debemos dejar que se desarrollen a su ritmo, que elijan su camino en la vida, lógicamente con una guía de padres, tíos, abuelos, maestros, profesores... que le hagan ser una persona ética y de esa manera alcanzará su máximo potencias. Estoy cansado de ver, en el ámbito escolar y deportivo, padres que quieren que sus hijos sean, hagan... sin preguntarles a los interesados que son los niños y que han de esforzarse y ver que las cosas no se regalan, pero que también han de ser felices. No estoy de acuerdo en lo de que solo las mujeres puedan cambiar el mundo, el mundo debemos cambiarlo entre todos, no solo por los niños si no también por nosotros.
Aquest peditara ha perdut l'Oremus.
Apoteósico el final: Las mujeres son las que tienen que pasar a la acción. Imagino que después de trabajar, cuidar de los niños y la casa y ponernos guapas para que no nos critiquen, nos da tiempo a liarnos la manta la la cabeza y salir a dar vueltas por el barrio a hacer conciencia social. Todo esto mientras somos las que más tiempo se ocupan de las tareas del hogar, las que menos cobramos y las que menos cuota de poder tenemos en todos los sentidos. Se habrá quedado a gusto el Sr Largo.
Esto es lo que se llama una paja mental. Los niños son niños, y deben ser moldeados (educados) según la sociedad donde deberán vivir cuando sean mayores, o poder adaptarse a su nueva sociedad/hogar. Las decepciones y los sinsabores es algo con lo que están obligados a convivir, y aceptar como natural. Si no consiguen sus propósitos y/o deseos, pues es lo normal. Que lo aprendan, cuanto antes y mejor, pues más a su favor. Pretender que estén dentro de una burbuja en su niñez, es ir contra natura y contra su desarrollo como personal. Por tanto, les perjudica, y mucho. A los que no sirven para estudiar... pues a currar. Como todo hijo de vecino. Y si es un nini, pues que lo mantengan sus padres, que para eso les han (mal)educado. Y se abstengan de robar, al gobierno no le gusta la competencia. En fin... lo dicho, este artículo es una paja mental.