El laboratorio encargado del proceso ya se había enfrentado a retos parecidos con anterioridad. | Pixabay

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Ser abuelos a toda costa. Estos días está siendo noticia un rico matrimonio del Reino Unido al trascender que congelaron semen de su único y joven hijo, fallecido en un accidente de tráfico, y que lo utilizaron para inseminar a un vientre de alquiler y tener así un heredero al que se han ocupado personalmente de criar y cuidar.

La noticia apareció en primera instancia en el ‘Mail on Sunday’ y ha avivado un intenso debate sobre las implicaciones éticas que este caso conlleva. Los abuelos, además, pudieron elegir el sexo del bebé, que ahora tiene tres años.

Esta práctica, prohibida en el Reino Unido, no es la única ilegalidad en la que habría incurrido, puesto que en las Islas es necesario obtener el permiso escrito del donante para extraer una muestra de semen, lo cual no habían formalizado por razones obvias.

Dicha muestra fue enviada a un instituto de fertilización en San Diego (Estados Unidos), una clínica pionera en la materia, donde se encargaron de llevar adelante todo el proceso, por un coste que en total rondaría los 110.000 según se desprende de la investigación iniciada. No era la primera vez que se enfrentaban a un reto como este.

Esta vuelta de tuerca a la gestación subrogada, que se asemeja a lo que podría ser el argumento de una novela con tintes científicos, es totalmente apoyada por el responsable del proceso, quien defiende que los abuelos estaban «desesperados» por poder tener un heredero y gravemente afectados por la muerte de su hijo. «Fue un privilegio ser capaz de ayudarles», dijo.

«Producir un niño a partir del semen de un muerto es extremadamente raro. Yo lo habré hecho unas cinco veces», explicó el responsable del laboratorio.