Entre los miembros del jurado figuran algunos españoles, como Koldo Royo, estrella Michelin y presidente de la Asociación de Cocineros Afincados en las Islas Baleares, así como Ramón Roteta, María Salinas o Cristina Figueira.
Según Roteta, que lleva participando como jurado en esta cata cuatro años, los productos que llegan son «de un nivel alto de calidad. El que viene a competir viene con un producto bueno» y los premios que se conceden suponen «un reconocimiento muy importante».
Los alimentos españoles más presentes incluyen aceites, jamones, aceitunas o leche, señala el cocinero, que destaca «el rigor» de la cata, y la importancia de seguir el orden correcto en la degustación: «empezar con sabores suaves, hasta el chocolate o la carne de caza».
El cocinero, uno de los fundadores de la llamada «nueva cocina vasca», indica que entre los sabores que más han sorprendido en la cata figura «una mermelada de alubias».
Por su parte, María Salinas, chef de un restaurante en Mancor de la Vall, explica que hace tres años tuvo «el privilegio y el honor» de participar como jurado en la misma cata y se encontró con «la sorpresa de ser la única mujer entre cien hombres», una situación que no era «nueva» para ella, habituada a moverse en los ambientes gastronómicos.
«Doy gracias que este año hay un diez por ciento, todavía para mi gusto faltaría un cuarenta por ciento más», añade la cocinera, que señala que las mujeres hacen una aportación «singular» a la cocina, a través de una «sensibilidad y una estructura en los platos».
Salinas considera «un logro» la presencia de tres españolas en el jurado de esta edición, algo que responde a que «en España estamos muy sensibilizados con este tema, nos hemos puesto las pilas».
Lo mismo opina Patricia Sanz, dueña de un restaurante de Elche dedicado a la cocina «tradicional» a base de productos locales y que participa por primera vez en este jurado.
Para Sanz, la infrarrepresentación femenina en la alta cocina «está cambiando» poco a poco y cada vez hay más presencia de mujeres.
«Cada vez somos más las que siendo amas de casa y madres decidimos tirarnos al ruedo y apostar por lo que nos gusta, por la pasión de la cocina», señala.
Eric de Spoelberch, del Instituto Internacional del Sabor y la Calidad, explicó que los chefs que participan en esta cata son un «jurado excepcional» y valoró la «objetividad» de los productos que evalúan, sin conocer la marca o la procedencia.
Los productos recibirán una nota por «el aspecto, el olor, el gusto y la textura», así como posibles sugerencias de cómo mejorar el resultado, indica De Spoelberch, que destaca que la certificación que entrega el instituto está reconocida en todo el mundo y que ayuda tanto al consumidor como a los productores.
Este año se evaluarán en la edición más de 2.200 productos y bebidas de todo el mundo de una «enorme variedad», que incluyen aceite de oliva, pan, platos preparados, aperitivos, leche, yogures, dulces o agua.
«Todo menos el vino», señala De Spoelberch, que añade que en la cata se sigue un orden que comienza con el pan, sigue con los aperitivos para pasar después a la carne y el pescado, los dulces y termina con los productos con especias.
«No siempre son productos nuevos» que se quieren introducir en el mercado, sino que a veces son ya conocidos o han sido evaluados en catas previas, pero el productor busca garantizar que mantiene su nivel o «como parte de una campaña de comercialización».
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