Ramon Servalls, en el interior de la bodega Macià Batle, ubicada en Santa Maria del Camí, donde se celebrará el concierto este sábado. | Teresa Ayuga

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Ramon Servalls (Palma, 1961) volverá a ser, un año más, el anfitrión del Concert de la Lluna a les Vinyes, que tendrá lugar este sábado en las Bodegas Macià Batle, en Santa Maria, donde se podrá disfrutar del concierto de la Orquestra Simfònica de les Illes Balears. Bajo la batuta de Pablo Mielgo, los asistentes escucharán piezas de los mejores musicales, englobados en el espectáculo Noche de Broadway. El evento, todo un clásico ya del verano mallorquín, será a beneficio de Amics de la Infància.

Ocho años ya desde la primera edición. ¿En qué ha cambiado y qué se mantiene en esta velada?
—Los cambios más llamativos se han producido en la parte técnica. Al principio éramos unos pardillos y ahora todo está mucho más profesionalizado. Lo que no ha variado, y si lo ha hecho ha sido para incrementarse, es la ilusión; sobre todo, al comprobar que el evento sirve para mejorar las condiciones de niños de Perú que pasan por graves dificultades.

El mundo del vino, por lo duro y complejo que es la labor en el campo, tiene fama de solidario.
—Sí, es cierto, pero no sólo el mundo del vino. En general, creo que la sociedad mallorquina también está más concienciada en ayudar a quien más lo necesite. En los años más duros de la crisis económica los ciudadanos siguieron aportando su granito de arena conscientes de que si ellos no lo estaban pasando bien, había muchos otros que estaban viviendo una situación mucho más complicada.

¿Qué vinos podrán degustar los asistentes?
—Nuestro Blanc de Blancs, por supuesto, que recientemente se convirtió en el primer vino mallorquín en lograr el Gran Baco de Oro. También ofreceremos el Sauvignon Blanc, todo un clásico en esa noche, así como un tinto y un rosado de mantonegro con ese color tan característico del rosado de nuestra bodega.

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No se entendería este evento en otro entorno, ¿no?
—Me parece imposible imaginármelo en otro escenario. Pero más que el entorno, lo que me gustaría destacar es la absoluta dedicación de la Orquestra Simfònica de les Illes Balears, y especialmente de su director Pablo (Mielgo). Cada año se esfuerzan en ofrecer un espectáculo diferente, pero de la máxima calidad. Es un lujo tenerles con nosotros y sin ellos sería imposible que el evento tuviera tanta relevancia.

¿Habría posibilidad de aumentar el aforo?
—En los terrenos de la bodega tenemos capacidad para 1.000 personas. Cada año lo hemos completado. Aumentarlo haría que los asistentes no estuvieran tan confortables y en un espectáculo de esta categoría la comodidad es importante.

El evento gusta tanto, que mucha gente se queda después.
—Sí, porque es muy agradable tomar un vino y degustar una serie de productos mallorquines tras el concierto. Además, este año hemos incorporado un saxofonista y un DJ que pondrá música suave para que quien quiera pueda quedarse el rato que lo desee.

¿Acude mucha gente de fuera de Mallorca?
—Desde abril ya recibimos llamadas, sobre todo de ciudadanos alemanes y suizos, que quieren saber la fecha del concierto. De esta forma, adecúan su estancia en la Isla.

¿Ya conoce Perú?
—No, por desgracia sigue siendo una asignatura pendiente. Pero vivo y siento tanto este evento que no va a pasar mucho tiempo antes de que vaya ‘in situ' a ver algunos de los proyectos que realiza Amics de la Infància en el país.