De lo que no hay duda es que el restaurante del Mercadet se ha convertido en el gran atractivo, en el lugar al que hay que ir sí o sí durante esos días de mercadillo…
– Sí, en realidad es el puesto que saca más dinero, y es por eso que este año, debido a las normas anti COVID, será un poco más grande, con reserva de mesa y dos turnos, uno a las 13.30 y otro a las 15 horas. Mis colaboradoras nunca me ponen pegas, así que este año incluso las he puesto al teléfono de las reservas.
¿Cómo las selecciona?, porque trabajan duro...
– No las selecciono, son amigas que traen a otras. Todas son buenas cocineras, trabajadoras, positivas. Muchas son señoras que trabajan y piden sus días de vacaciones para venir a ayudar. Mire, la ONG a la que servimos ha cambiado en los últimos años. Ya no solo están aquellos que dormían en la calle por lo que fuera, hoy en día hay hombres que se han separado y que de repente se ven en la calle y sin dinero más que el que han de pasar a sus hijos y a la mujer para pagar la hipoteca de la casa. Estos hombres necesitan un lugar donde dormir y nosotros se lo ofrecemos. Antes de la pandemia teníamos a dos con estudios universitarios, hoy el perfil de los sin techo ha cambiado.
¿Ca l'Ardiaca ha cambiado?
– Hoy está partida por la mitad, una la gestionamos nosotros y la otra se la tenemos alquilada al Govern. Nuestras normas en el Casal son la ducha diaria obligatoria, y cambiar de ropa también a diario. A las 8 de la mañana han de estar listos para salir a buscar trabajo y justificarlo. El promedio es de 50 a 60 años y es difícil que encuentren algo, pero alguno lo consigue y es una fiesta.
¿Por qué seguimos viendo a tantos durmiendo en la calle?
– Porque muchos no quieren estar bajo una disciplina, que es muy necesaria. En nuestra casa no se bebe ni una gota de alcohol, la higiene es obligatoria, los horarios, y eso muchos no lo quieren cumplir. Esta organización nació porque Gaspar Aguiló había comprado un hotelito en El Arenal. Cuando llegó el invierno pensó que era necesario mantener abierto el hotel para los sin techo. Le dio una satisfacción tan grande que sintió que era Dios que le llamaba por ese camino. Se juntaron él, Jaume Santandreu y Tomeu Català, y decidieron en un momento dado que había que separarse para no mezclar diferentes necesidades que requerían tratamientos distintos. Gaspar se quedo al cuidado de los sin techo, Català cuida de los drogodependientes y Santandreu cuida de los enfermos terminales o de aquellos que se quedan solos en los hospitales y que nadie va a recoger.
¿Cómo empezó el Mercadet?
– Marieta Salas fue la impulsora y todavía lo es. Creo que se lo pidió Jaume Santandreu, son muy amigos, y aunque es un personaje muy polémico y controvertido, la gente debería ir a ver el trabajo que hace y conocerían quién es. El les lava, les viste, les cocina, y todo con cariño. Es un gran hombre. Y Marieta una gran mujer, porque el trabajo que hace nadie puede imaginar lo complicado y duro que es. Y ambos lo hacen con un gran cariño. Nosotros en Ca l'Ardiaca nos hemos ‘profesionalizado'. Tenemos a psicólogos que trabajan gratis para los usuarios, que los hay de todo tipo y diferentes. Tenemos un convenio con el Colegio de Dentistas, que se ocupa de su higiene dental, con el Colegio de Podólogos, que se encargan de sus pies semanalmente. Piensen que lo hacen por vocación.
¿Cómo llegan a todos estos profesionales?
– Nosotros apelamos a su ayuda y vienen encantados. Me paso el día llamando y en 30 años muy pocas veces me han dicho que no. Por ejemplo, la carpa que montamos en el Pati de La Misericòrdia nos cuesta mucho dinero. La semana pasada llamé a algunos conocidos y les pedí que nos ayudaran a pagar la carpa. Nadie me dijo no.
¿No le da vergüenza pedir?
– No pido para mí, pido para que la ONG siga adelante. El que puede ayuda. Mire, el año pasado no pedí a nadie, no era el momento pero este año, que más o menos nos vamos recuperando, pido y a mucha honra. La gente es muy generosa, mucho. Mire, mi gran satisfacción es que mi hija siga mis pasos, que desde niña haya querido estar a mi lado. Los jóvenes son el futuro y creo que esta garantizado.
Usted no solo trabaja durante los días de Mercadet...
– Las voluntarias sí, en cambio yo que soy vicepresidenta de la junta he de reunirme mensualmente con el presidente, Fernando Villalobos, que es fantástico, y el gerente Toni Cañellas. El resto de la junta son jubilados que saben dónde se acuesta el diablo.
¿Y empresas conocidas que tienen grandes beneficios no les ayudan en los momentos delicados?
– Coca Cola ayuda mucho, se ofrecieron para todo, incluso a sus empleados para que a través de su programa de ayuda Ambassador vengan a echar una mano. Les dije que sí enseguida. Es todo muy bonito, acabo agotada pero la satisfacción que siento es maravillosa. Solo le digo a la gente que vaya al Mercadet y gaste porque el 70% del mantenimiento de la ONG sale de ahí.
¿Qué novedades habrá este año?
– Hasta las 22 horas del viernes habrá un tardeo para jóvenes. Vendrá Jaume Colombás a pinchar que es buenísimo y además mueve mucha gente.
3 comentarios
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... me parece encomiable lo que hace esta señora y los demás que menta en el artículo... pero en el momento que dicen que si dios les guía y demás memeces, pierden un poco de mi estima... se ayuda por ayudar, no por hacer bandera de unas creencias surrealistas... mi pregunta es si todos esos menesterosos van al refugi es porque son mejor tratados que por los servicios sociales del municipio, o por qué...
Ojalá nuestra sociedad fuera menos egoísta, avariciosa y corrupta y el Estado estableciera unos impuestos mucho más progresivos de modo que los de arriba y las grandes empresas pagaran más, y que esas mismas personas acomodadas no evadieran impuestos y arrimaran el hombro en la labor de redistribución de la riqueza, de este modo el Estado podría hacerse cargo de todos los ciudadanos y la caridad no sería necesaria. Mientras tanto, toda la labor desinteresada de todas estas personas y las que, de un modo u otro, colaboran, es admirable.
Un aplauso como una catedral a esta SEÑORA y a todos los que hacen posible estas cosas. Me quito el sombrero. Pura vocación de ayudar a los que más necesitan. Ojalá más gente así!