En Filipinas es tradicional el festival de los farolillos gigantes el sábado previo a Nochebuena.

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La navidad es sinónimo de celebración, de pasar tiempo con la familia, de regalos, de sorpresas inesperadas y, sin duda, de tradiciones. Cada región, cada país, tiene sus propios rituales navideños, y mientras unos pasan esta época alrededor de una chimenea y con una taza de chocolate caliente, otros están en la playa disfrutando de altas temperaturas y con un gorrito de Papa Noel. El mundo es muy grande y la diversidad de culturas hacen que en cada punto se viva la Navidad de forma diferente y con costumbres peculiares.

Filipinas

En este país del sureste asiático se celebra el festival de los farolillos gigantes el sábado previo a Nochebuena. Más de una decena de pueblos del país se reúnen en San Fernando y compiten por ver quién elabora el farolillo más espectacular. En los inicios de esta celebración, los farolillos apenas medían medio metro de diámetro; estaban hechos con papel de hapon (papel japonés usado en la papiroflexia) y una vela los iluminaba. Sin embargo, hoy los farolillos están fabricados con una gran variedad de materiales y pueden llegar a medir seis metros. Ahora, se alumbran con bombillas generando un espectáculo lumínico.

Austria

Aunque parece una tradición más vinculada a la celebración de Halloween, en Austria, la antípoda de Santa Claus, bautizado con el nombre Krampus, cobra especial protagonismo. Durante la primera semana de diciembre (especialmente la víspera del día de San Nicolás), jóvenes disfrazados de este espeluznante personaje, vagan por las calles austriacas asustando a los niños que se han portado mal haciendo sonar sus cadenas y campanillas.

Noruega

En este país nórdico se encuentra una de las tradiciones más alejadas a la Navidad tradicional. Esta costumbre tiene su origen hace cientos de siglos, cuando se creía que en la víspera de Nochebuena las brujas y los espíritus buscaban escobas en las casas para volar durante esa noche. Así que los noruegos, a día de hoy, esconden sus escobas en el lugar más seguro de la casa, para evitar que se las roben.

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República Checa

Aquí se encuentra una de las costumbres más peculiares. La noche del 24 de diciembre, las mujeres solteras se colocan de espaldas a la puerta de casa y tiran un zapato por encima de su hombro. En el caso de que el zapato caiga con la punta mirando hacia la puerta significa que encontrarán pareja, pero si por el contrario cae en dirección opuesta seguirán solteras un año más.

Australia

En Oceanía, las Navidades se disfrutan con arena y mar. En Australia sustituyen al invernal reno Rudolf por un canguro con nariz roja y, en vez de una cena de Nochebuena o una comilona de Navidad, los australianos festejan estas calurosas fechas en la playa con una barbacoa. Navidades al aire libre y con altas temperaturas.

Una de las tradiciones en Colombia.

Colombia

La Navidad da el pistoletazo de salida en Colombia el día de las ‘velitas', concretamente el 7 de diciembre. Este festejo se celebra en honor a la Virgen María y a la Inmaculada Concepción; la gente coloca velas y farolillos de papel en las ventanas, balcones y jardines. Esta costumbre navideña de las velas se ha hecho tan famosa que pueblos y ciudades de todo el país se iluminan con velas y farolillos elaboradísimos durante las fechas más señaladas.

Ucrania

Otra de las tradiciones que parece sacada de Halloween es la de los ucranianos. Cada año, estos envuelven el árbol navideño con telas de araña, y de él cuelgan pequeños insectos a modo decorativo. Esta curiosa tradición es fruto de una de las leyendas más antiguas del país que cuenta la historia de una viuda muy pobre y sus hijos, que cubrieron su árbol con telas de araña ya que no tenían dinero para comprar decoración. Una noche, un grupo de arácnidos vieron el árbol y lo redecoraron con lazos dorados y plateados. La historia narra que, desde ese momento, la familia prosperó y superó la pobreza.

Serbia

En la península balcánica tienen una forma bastante siniestra de celebrar la Navidad. El hábito de los serbios consiste en entregar los regalos dos domingos antes del 25 de diciembre, día en el que los niños ‘secuestran' a sus madres y la atan a una silla. Para rescatarla, los hijos exigen los regalos y hasta que no los reciben la madre no es liberada. El domingo siguiente, justo antes de Navidad, es el padre quien pasa a ser la víctima de sus propios hijos, quien deberá entregar más regalos para ser puesto en libertad.