Guillem Miró y sus compañeros Rubén Prieto y Beñat Revuelta, durante la grabación de ‘El Renacimiento’.

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La importancia de la cultura sonora es inherente a la historia de los últimos 120 años. Aunque no se puede equiparar el uso de la radio a mediados del s. XX, masivo y alfabetizador de usos y costumbres, que el consumo personalizado y desprogramado del walkman en los 80. A medio camino entre ambos se inserta el podcast. Un formato que asoma como la figura estelar del ecosistema sonoro de la era digital. Pero, ¿cuáles son sus fortalezas? Para averiguarlo retrocedamos a sus inicios.

Año 2004. Un DJ de la MTV, Adam Curry, se unía a un experto informático, Dave Winer. De su conjunción de talentos nacía este formato de contenidos en streaming que ponía patas arriba el hasta entonces acotado mundo de la radio. Para los legos en la materia, lo más sustantivo de estos ‘programas de radio a medida’ es que pueden escucharse en cualquier momento y lugar. Aunque su temática es inabarcable, existe un claro predominio de la música, el cine, las series, la sociedad, la economía, política e historia. Es importante identificar a qué público se dirige. Esto determinará, para empezar, el vocabulario que se usará.

María Martín, Virginia Moll y Laura Molina conducen este exitoso ‘podcast’ de desinhibida naturaleza feminista, en el que se habla de todo, sin pelos en la lengua. La improvisación es la clave del ‘podcast’.

En el caso de La Indiscreta, un podcast conducido por Laura Molina, Virginia Moll y María Martín, el lenguaje despendolado, espontáneo y desinhibido marca la diferencia. «Hablamos de todo, sin pelos en la lengua y sin ninguna pretensión, decimos lo que pensamos sin pensar, como cuando estás con tus amigas en un bar», matiza María Martín. Precisamente, esa naturaleza instintiva y visceral es la que acerca el producto a su target de público potencial. «Cada una tenemos nuestra sección, en la que básicamente hablamos de lo que nos da la gana. Esta sería la estructura, y a partir de ahí todo lo demás es anarquía pura». La sensación de improvisación que sobrevuela el podcast no ha frenado su éxito. «Llevamos más de 40.000 descargas y unos 1.300 suscriptores. Estamos en shock», confiesa Martín.

Inès Mateu, impulsora del ‘podcast’ ‘Polo de Llet’.    Foto: X. SOLÀ

Por su parte, la periodista Inès Mateu conduce el podcast Polo de Llet. Un formato surtido con «entrevistas a jóvenes que han nacido o crecido en los 90, los llamados millenials». Sus contenidos perfilan «sus proyectos profesionales o personales y, de paso, hablamos de temas nostálgicos de aquellos años. Son conceptos culturales que comparte esta generación en concreto. Programas como el Super3, modas como los ‘tazos’ y personajes como Chenoa». La nostalgia, como subraya Inès Mateu, ocupa un papel preponderante en este podcast que puso en marcha a raíz del confinamiento, y que cuenta con el sostén de Ona Mediterrània.

El ‘solleric’ Guillem Miró, del ‘podcast’ ‘El Renacimiento’. Foto: X. SOLÀ

Guillem Miró es artífice, junto a Rubén Prieto y Beñat Revuelta, del podcast El Renacimiento. Un programa que «empezó hace tres años en un sótano para pasarlo bien». Desde entonces, este trío formado por un mallorquín, un catalán y un vasco, desarrolla un espacio consagrado al humor metafísico. «Estábamos cansados de lo que sale por la tele y ya está muy manido. En El Renacimiento, jugamos sin límites, llegamos hasta el fondo, sea cual sea el tema. Lo afrontamos como si el mundo se hubiese acabado y pudiéramos decir lo que quisiéramos porque nada tendrá consecuencias. Desde esa premisa tan loca podemos hacer lo que queramos», concluye Guillem.