Las mujeres que se dedican a la coctelería en Baleares se abren camino en un mundo hasta la fecha muy masculino
De izquierda a derecha, Laura Pelarda, Marion Depret, Marga Moreno, Paula Aguiló, Gabriela Mijas y Sonia Pou, en el bar Atlántico, de la calle Sant Feliu, de Palma. | Julián Aguirre
En la Asociación de Bartenders de Balears tenemos un porcentaje del 17 % de mujeres y ha ido creciendo en los últimos años, aunque con el parón de la COVID-19 se ha notado un pequeño estancamiento. Yo estoy en ella como relaciones públicas y junto a Laura Pelarda somos las primeras mujeres en formar parte de la junta directiva». Quien habla es Sonia Pou (Palma, 1985), quien se inició a los 19 años realizando eventos para diferentes marcas. «Eso me llevó con 23 a ser pionera en la figura del Brand Ambassador a nivel nacional. Posteriormente, mi carrera me ha llevado a trabajar en un hotel de cinco estrellas, varios cocktails bars y como bar manager en la coctelería Coupe. Ahora empezaré en otros proyectos». Respecto a los pros y contras de su profesión, explica: «Cuando trabajas en lo que te apasiona, se quedan en pequeñeces las cosas que te pueden resultar menos apetecibles», y si se le pregunta por lo que se liga en su trabajo contesta: «La fama y los rumores se quedan detrás de la barra».
Laura Pelarda (Tudela, 1989) viene de una familia con larga tradición en este campo. «Tanto mi abuela como mis padres se han dedicado a la hostelería, pero mi padre tenía una especial vocación por la coctelería y siempre me la inculcó». Laura estudió en la escuela de hostelería Teruel Restauración y unos años después se trasladó a Mallorca para trabajar en Brassclub. «Allí estuve cerca de cuatro años, más tarde empecé en el mundo hotelero, pasando por OD Portals y actualmente en el hotel Llorenç Parc de la Mar». Lo que más le gusta de su trabajo es el trato con el cliente. « Siempre me ha gustado trabajar cara al público y poder recomendarles o hacerles pasar una buena experiencia donde yo esté, que se vayan felices. También la creatividad de poder crear algo nuevo y único que represente mi estilo de coctelería».
Gabriela Mijas (Santo Domingo, Ecuador, 1991) lleva en la hostelería más de doce años de los cuales diez detrás de la barra. «He trabajado para la compañía Iberostar, Hard Rock Cafe & Grupo Amida hasta que tuve la oportunidad de tener mi propio negocio, que se llama Agabar». Para ella es impagable ver la satisfacción de un cliente ante una creación suya. «Lo que no tolero es cuando algún cliente se quiere hacer el más importante diciendo cosas como ‘llamaré a tu jefe' o ‘soy amigo de tal' para así no pagar la cuenta o que les invites a algo… Tengo un negocio y sé lo que cuesta mantenerlo como para tener que regalar algo a alguien que no ha valorado nada de nuestro trabajo». En cuanto a ligar, explica: «¡Es tan común esta pregunta...! Si quieres ligar, le aseguro que ligas hasta en la calle sacando la basura, independientemente de si eres hombre o mujer».
Paula Aguiló (Palma, 1989) es barmaid (el femenino de barman) en el bar Atlántico desde 2016. «Mi abuelo fue jefe de bar en el hotel Veracruz, en el Arenal. Probé ese oficio y a los tres meses ya decidí que quería dedicarme a ello profesionalmente», señala. «Lo que más me apasiona de este trabajo es hacer las cosas bien, dar un buen servicio, regalar un poco de mí en cada cóctel y hacer que el cliente disfrute de una experiencia satisfactoria». Por contra, lo que peor lleva son «las discusiones, o cuando te menosprecian por ser mujer. Estar detrás de una barra y dar por hecho que tienes una vida loca o que te traten como algo accesible y no como a una profesional».
Marion Depret (Caen, Francia, 1990) estuvo unos años trabajando en sala hasta que se pasó al otro lado de la barra. «Mi primera experiencia como barmaid fue en HPC Blue, donde me formaron en coctelería clásica. En Drinksmotion, con un curso avanzado en coctelería. Después empecé a trabajar en Ombu, donde fui la head bartender durante casi cuatro años. Hace ahora ya cinco años que soy copropietaria de Clandestino Cocktail Club, donde trabajamos tanto coctelería clásica como de autor», explica esta francesa que vive en Palma desde el año 2000. Marion destaca a Pilar Fernández Puerto como la persona que le contagió la pasión por este mundillo. «Me instruyó en coctelería clásica, siempre me animaba a ser curiosa (libros, catas etc.) y a crear mis propios cócteles con total libertad». Para ella, el único aspecto negativo de su profesión «es que tengamos horarios tan dispares con el resto del mundo, y que a veces nos resulte complicado compaginar con otros aspectos de nuestras vidas».
Margalida Moreno (Palma, 1997) comenzó a estudiar hostelería a los 16 años y siempre le había llamado la atención este mundo. «Mi familia no se sorprendió mucho de que me dedicara a este mundo porque desde pequeña me gustaba hacer experimentos. Eso sí, a mi padre no le hacía mucha gracia que trabajara de noche poniendo copas en un bar pero ahora, tras varios campeonatos en los que he participado, ve que no es solo eso». Margalida no cree que tenga mucho que ver el género para ligar. «En los bares siempre se ha ligado mucho, tanto si estás trabajando como si estás tomando una copa. Eso sí, tengo que admitir que mis compañeros siempre han ligado más que yo».
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