La exnúmero uno del mundo, de 40 años, se vio obligada a asumir su propia planificación médica para paliar las consecuencias «mortales» de su parto por cesárea según publica Women's Health Spain, en base a lo narrado por la deportista de primer nivel a otra publicación, en este caso Elle, donde afirma que el hecho de traer al mundo a su descendencia mediante cesárea acabó resultando peligroso y pudo costarle muy caro.
Williams tuvo a su hija Olympia en 2017, y pese a su desahogada situación personal y su cuerpo, propio de una estrella mundial del deporte, se vio obligada a guardar un mes y medio de reposo en cama ya que el ser madre le había traído algunas consecuencias indeseables. En esta entrevista Serena Williams revela que antes, en 2010, le detectaron «coágulos de sangre en los pulmones». «Desde entonces, he vivido con miedo de que regresen», confiesa.
Según ha explicado, los médicos no andaron todo lo avispados que hubiera sido necesario y se retrasaron en la administración de un medicamento, tras el parto por cesárea, para disminuir el riesgo de sufrir esos coágulos. La situación acabó como la madre primeriza se temía, con una tos exagerada, un coágulo en una de sus arterias y los puntos de la intervención quirúrgica no aguantaron la tensión.
Por este motivo tuvo que ser operada nuevamente, algo que retrasó su periodo de recuperación tras el nacimiento de su hija. En este sentido, y conociendo la experiencia vivida por la tenista, el hecho de que Serena Williams pueda volver próximamente a jugar a tenis al más alto nivel frente al público británico adquiere un mayor valor.
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